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Fuera de la “realidad”

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura4 min
Opinión08-03-2009

“Innocent Smith aparece de repente como arrastrado por un furioso vendaval en el patio de una casa de huéspedes, donde vive un grupo de jóvenes desilusionados. A pesar de lo excéntrico de su comportamiento, su llegada tendrá un efecto revitalizador entre los aburridos pesimistas hasta el punto de llegar a convencer a Mary Gray, una de las damas que se alojan en la casa, para que contraiga matrimonio con él”. Así reza la contraportada de Manalive, la genial novela de Chesterton editada en castellano por LibrosLibres. Querido lector: si le gusta leer algo fuera de lo común, en todos los sentidos de esa expresión, se la recomiendo. Soy perfectamente consciente de que en esta columna trato temas “fuera de la agenda” de los medios de comunicación. La expresión Fijación de la Agenda responde a una teoría sobre la información pública que estudian todos los estudiantes en las facultades de Periodismo. Según esta teoría, lo que no aparece en los medios, no existe para la Opinión Pública; y viceversa: los temas propios de la Opinión Pública son, tanto en importancia como en enfoque, un reflejo de lo que aparece en los medios de comunicación. Una mirada superficial podría preguntarse qué fue primero, si la opinión del público o la información de los medios. Cuanto esa mirada asume cierta perspectiva histórica puede responder con evidencia: son los medios los que modulan la Opinión Pública. Lo más curioso de todo es que quienes me achacan “estar fuera de la realidad” en mis artículos son mis colegas de profesión. Los lectores fieles no-periodistas que suelen comentar mis artículos me felicitan más que nunca. Lo hacen, además, precisamente porque estoy “fuera de la agenda” y porque -aunque a veces eleve demasiado el tono de la reflexión- hablo de cosas reales, que les importan, o de cosas que no están acostumbrados a leer o escuchar. Quizá piensan, como yo, que lo que la prensa hoy llama actualidad (la moda noticiera del día a día) tiene muy poco de “real”; y que la verdadera actualidad tiene más que ver con aquello que es tan importante que nunca pasa de moda. Hoy, más que nunca, los temas, los enfoques y el lenguaje que utilizan los medios de comunicación y los políticos son ilusorios e irreales; la vida real, la que nos interpela, la que nos importa, la que nos hace reír, llorar y comprometernos, queda fuera del alcance de los medios y de nuestros políticos. Cada mañana leo varios periódicos y me pregunto si es verdad lo que se publica (porque, cuando uno conoce de primera mano aquello sobre lo que se informa, se da cuenta del desconocimiento y la falta de rigor de muchos periodistas); seguidamente, me pregunto para qué me sirve a mí el 80 por ciento de lo que se publica, pues sobre la mayor parte de los temas, no puedo hacer nada al respecto; finalmente, veo para qué le sirve la información a quienes la consumen con fruición a mi alrededor: para insultar a los de ideología distinta, para indignarse del mundo que tenemos y para lamentarse por no poder hacer nada. Es normal: los periódicos no reflejan la realidad, sino una visión superficial o interesada o llamativa y vendible de ésta; no hablan para nosotros, sino para cumplir sus objetivos o los de los grupos políticos o económicos que los controlan; y no hablan de nosotros, sino de cosas que están fuera de nuestro alcance. En definitiva, que yo creo que los que están fuera de la “realidad” son los medios. Allá quienes se limitan a imitar lo que hacen otros, a hablar de lo que hablan los otros, con el enfoque con el que lo tratan los otros. Yo prefiero, cada semana, invitar a estas líneas a personas, ideas, ensayos, películas y novelas que no sólo dicen algo distinto, sino que procuran ayudarnos a edificar entre todos un mundo mejor, más humano, más hermoso, más habitable. Como Innocent Smith: él llegó a un lugar tan sensato, tan “real”, tan políticamente correcto y tan propio de la “agenda” que era aburrido, impersonal y superficial. Poco a poco, todos se dieron cuenta de que los locos eran ellos y de que Smith era el único que realmente se empeñaba en vivir con autenticidad. Convirtió así aquella mortecina casa de huéspedes en uno de esos felices lugares donde la vida se ensancha.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach