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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

Espíritu ¬hacker¬

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura1 min
Opinión14-01-2002

El equipo de música reproduce el sonido tan mal como el peor de sus dispositivos. La cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. El coche urbano tan rápido como le permite el tráfico. Hasta ahí, de acuerdo. Lo trágico son los prejuicios que aplican esta ley física a realidades humanas; esta evaluación de dispositivos a justificación o condena de personas. Entonces dicen: tal escritor es tan malo como el peor de sus libros; los jugadores de rol son tan locos como el más trastornado de ellos; los hackers son tan peligrosos como el más malévolo de ellos. Pero la actividad del hombre no es previsible; sus relaciones no son ponderables y sus intenciones nada generalizables. Cuando toda España se alzó contra los juegos de rol, eran roleros quienes clamaban contra el asesino. Hoy todos critican a los hackers por romper sistemas, destruir ordenadores y robar información confidencial, pero son los hackers quienes denuncian y de-nominan a quienes así obran: los crackers. El rolero viaja con la imaginación a nuevos o viejos mundos, donde escala hasta lo mítico para, al regresar al mundo ordinario, tener la fuerza que da la nostalgia del absoluto. El hacker es el nuevo romántico, empeñado en saltar las infinitas barreras que encierran el lugar prohibido para, a la vuelta, poder decir: "Estuve allí". Rolero y hacker, dos marinos que viajan a la última estrella para contemplarla y acercarla al resto de los hombres. Quien, llegado a su destino, en vez de contemplar, juzga y apaga la estrella, el mundo mítico, o el ordenador central, jamás fue marinero, rolero o hacker. Es más, jamás llegó a ser auténticamente persona.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach