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VIAJE PAPAL

El Papa hace historia y diplomacia en sus últimos viajes

Por Aarón Abad EstebanTiempo de lectura2 min
Sociedad12-05-2001

Juan Pablo II ha recorrido en los últimos días un país ortodoxo, un país musulmán y otro cristiano. En todos ellos ha hecho un llamamiento a la paz y al diálogo entre las distintas religiones.

El Papa ha llevado un mensaje de paz a todos los países que ha visitado en su última gira. Empezó por Grecia, país ortodoxo por antonomasia, que no le acogió de buen grado. Prosiguió en Siria, donde solicitó a palestinos e israelíes que dialoguen y pongan fin al conflicto bélico. Terminó en Malta, donde encontró una satisfactoria respuesta en la misa que ofició, a la que acudió la mitad de la población. La invitación de Grecia fue vista con recelo por la comunidad ortodoxa, que la aceptó de mala gana. La oferta fue del presidente, Costis Stefanopoulos, que explicó a su pueblo que el Papa no es sólo un pastor, sino que también es líder de un estado. Juan Pablo II pidió perdón por la opresión de la Iglesia católica a la ortodoxa durante épocas anteriores y en especial por el saqueo de Constantinopla. Las diferencias entre ortodoxos y católicos no son tan doctrinales como históricas, si bien una de sus diferencias fundamentales reside en la no obediencia al Papa por parte de la ortodoxia. Wojtyla puso especial énfasis en señalar que los insultos históricos se han producido tanto por un lado como por el otro y que el paso más sabio es el de pedirse perdón mutuamente y perdonarse por años de enfrentamiento, porque al fin todos rezan a un único Dios, con el que se han de reconciliar. Durante toda la estancia del Pontífice en tierras helenas las campanas de 160 monasterios tocaron a muerto en señal de protesta. Su estancia en Siria fue acogida de mejor grado, e incluso pasó a rezar a la mezquita de Damasco. Es la primera vez en la historia que a un Papa se le permite acceder y orar en una mezquita. Tras ser recibido por el gran muftí de Damasco, Adman Koftano, y recibir una taza de café (expresión de hospitalidad árabe), le calzaron unas babuchas y entró en la sala de oraciones, donde dirigió sus plegarias hacia el perdón entre cristianos y musulmanes. Terminó su viaje en Malta, donde se encontró con su gente. Un pequeño país donde el 94 por ciento de la población es católica. Celebró una misa acompañado por 800 de los 968 sacerdotes malteses a la que acudió la mitad de la población del país, cerca de 200.000 personas. Los que no asistieron se vistieron de gala como si fuera un día de fiesta, y en efecto, lo era para ellos.

Fotografía de Aarón Abad Esteban