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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Un Estatuto para gobernarlos a todos

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España21-05-2006

Uno de los personajes más emblemáticos del Señor de los Anillos era esa especie de engendro genético que no cesaba de repetir aquello de “mi tesooro”. Su nombre era Gollum y su tan preciado trofeo, un simple anillo que cayó sobre sus manos durante una excursión por la montaña. Aparentemente no era más que una circunferencia dorada, pero aquella alhaja le cautivó de una menara enfermiza. Su obsesión desmedida por el poder oculto que encerraba ese anillo le fue transformando poco a poco hasta dejarle como todos le recordamos. Un ser execrable y demacrado, cuadrúpedo de ojos saltones, calvo y esmirriado. Anteriormente Gollum, era conocido como Smeagol, un hobbit más, alegre, amante de la naturaleza y la vida en la entrañable comarca. Pero el miedo a que alguien le robase su tesoro le llevó a una vida de destierro en soledad. Los trastornos derivaron también en un desdoblamiento de la personalidad. Tan pronto era un ser adorable y compasivo como un demonio corroído por la ira y la envidia. Algo parecido le ha sucedido al presidente de la Generalitat, Pascual Maragall. En su caso, no ha sido un anillo lo que le ha condenado sino una reforma estatuaria. Al igual que Gollum, Maragall también tuvo un nombre ligado a un prospero pasado. El alcalde de Barcelona, las olimpiadas del 92. Pero no hace falta ir tan lejos. Para algunos llegó a suponer hasta un cambio de esperanza después de tantos años de Puyolismo. Ahora todo eso ya es historia. Cometió el error de obsesionarse. Durante dos años y medio de Gobierno sólo pensó en la reforma dejando a un lado todo lo demás. Como presidente aquel Estatuto era su tesoro y no estaba dispuesto a compartirlo con nadie. Compañeros de viaje también cayeron cautivados por el alcance del poder estatuario y las envidias derivaron en peleas y rupturas. Maragall comenzó a denotar trastornos esquizofrénicos. Aguantó compasivamente todo tipo de afrentas de ERC, de su propio partido, por su puesto de la oposición, hasta que le tocaron el Estatut. Ahí salió la ira y no dudó en cesar de su Ejecutivo a quien osase a usurpar su bien más preciado. Gollum terminó en las feroces lavas del Monte del Destino en un último intento desesperado de recuperar su anillo. De momento Maragall no ha llegado a tanto por su Estatuto, no obstante, cuando todavía no se han resuelto las dudas sobre su continuidad lo cierto es que la situación invita a imaginarle más cerca del destierro que de la Generalitat. Está sólo, ya no tiene a nadie. Por no tener, no tiene ni el Estatuto que da sentido a su vida política. El señor de los Estatutos se lo ha arrebatado y se lo ha entregado a otro. La reforma catalana se ha convertido en algo parecido al elemento central de la obra de Tolkien. Todo aquel que se acerca a él, de un modo u otro, sea cual sea su intención, corre el riesgo de quedar atrapado por su poder y condenarse eternamente. Zapatero es el Señor del Los Estatutos, todo lo controla. Él decide quien y cuando lo lleva, a quien se lo da y a quien se lo quita en función de sus intereses. Depende de a quien quiera quitarse de en medio. De momento ya lo ha conseguido con Maragall, no muy lejos está ERC. Rajoy -como Frodo- también se ha obsesionado con el texto en este caso para destruirlo y sabe que puede morir políticamente en el intento. El 2008 lo dirá. Ahora mismo el portador del Estatuto es Artur Mas por expreso deseo del Señor y hasta que el Señor quiera. Por si acaso, más le vale a CiU no obsesionarse si no quiere acabar como los demás. Adaptando las palabras del genial escritor inglés: Un Estatuto para gobernarlos a todos, un Estatuto para encontrarlos, un Estatuto para atraerlos y atarlos a todos a las tinieblas”.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio