Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE LA SEMANA

Ganar. Cómo

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
España21-10-2001

Hay personajes de la Historia a los que el paso del tiempo les hará justicia. Quizás Manuel Fraga sea uno de ellos. Estar en el ruedo político agranda las sombras y amancilla las luces. La evolución política se ha interpretado a veces como un guiño no sincero a la democracia, y se le ha acusado de reducto del franquismo. Pero durante cuatro legislaturas ha revalidado su mayoría absoluta y la confianza del pueblo gallego, que le conoce y, según ha expresado en las urnas, confía en él. La lectura de los resultados electorales que cada partido haga intentará convencer a los ciudadanos de que “mejor, imposible”. El PSOE convertirá sus dos nuevos escaños en veinte y el PP reducirá el escaño perdido a unos pocos votos. Desde la oposición, unos y otros interpretarán los datos a la luz de los problemas internos del adversario. Y muchos de estos problemas remiten a la estructura autonómica de España. Este país como problema y objeto de reflexión sigue siendo una realidad que necesita abordarse con serenidad y seriedad. En el seno del Partido Socialista siguen latentes y cada vez más febriles las crisis originadas por el problema de España y su estructura. En el debate de la moción de censura contra Jordi Pujol, Pascual Maragall dejó claro que su partido en Cataluña apuesta por un Estado federal. En el País Vasco, la crudeza del asunto se ve ennegrecida por la violencia de ETA y las reivindicaciones de independencia. La corriente crítica encabezada por Odón Elorza está pidiendo que se releve a Nicolás Redondo, que la independencia de los vascos se contemple en el programa socialista. Y la ruptura tan enorme que estos sectores del socialismo vasco y catalán proponen es tan políticamente incorrecta como electoralmente desventajosa. Plantear el problema de España no es una cuestión de valentía, sino de sensatez. Precisa, además, de una fuerte unidad interna en cada partido, aunque exista la apertura democrática suficiente para que se escuche y consideren opiniones minoritarias. Decir que los hombres del Partido Popular han tenido muy clara esta necesidad, más que cualquiera de los dirigente socialistas, es incorrecto políticamente. A uno pueden tacharle de fascista –nada más lejos de la realidad-, y en determinados círculos podrá mirársele con ojos de sospecha. Manuel Fraga gana las elecciones cuatro comicios consecutivos, entre otras cosas, porque tiene claro qué quiere para Galicia. José María Aznar ganó las generales porque fue capaz de convencer a los españoles de que tenía un proyecto para España que la pondría en la cabeza de Europa. Rodríguez Zapatero las ganará algún día si consigue crear unidad en su partido en torno a una idea de España. Y si es capaz de que sus fontaneros y portavoces no cometan torpezas, no ya propias de novatos, sino de ambiciosos.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo