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ANÁLISIS DE ECONOMÍA

Lo malo de votar con los pies

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura1 min
Economía02-10-2005

En la España de la máxima autonomía de las autonomías –valga la redundancia-, se supone que funcionará un mecanismo de regulación de la presión fiscal sobre los ciudadanos basado en la oferta y la demanda. La autonomía que mayores ventajas ofrezca hará que los ciudadanos se muden a ella en busca de las mejores condiciones. A esto se le denomina “votar con los pies”. Esta tesis parece funcionar a las mil maravillas: es sencilla en su planteamiento y natural en su mecanismo. Pero ¿será tan fácil ponerla en marcha? Porque con esto se presupone que cualquier ciudadano estará dispuesto a hacer y deshacer la maleta en cualquier momento, llevarse su empresa de un sitio a otro, a alquilar en vez de comprar, a aprender nuevas lenguas en algunos casos, a fomentar sus habilidades comunicativas para granjearse continuamente nuevos amigos, a no tener miedo al desarraigo… En fin, que para votar con los pies hay que ser muy valiente. Y, de hecho, votar con los pies supone renunciar a los sentimientos de pertenencia a una tierra, pues ¿un patriota abandonaría el lugar del que proviene porque no le gustase la forma en que allí se vive? No, se quedaría y lucharía por cambiar eso. Así que esto de votar con los pies no creo que guste a las regiones-nación que están apareciendo últimamente. Además, el mecanismo autorregulatorio podría hacerse extensivo a otros países, cuando no guste el destino que éstos dan al dinero del Estado. Las empresas ya lo hacen, y hasta intentan modificar la jurisdicción de los organismos que controlan el mercado. Los ciudadanos podrían examinar cifras y comparar varios países entre sí e ir de un sitio a otro sin dolor alguno. Económicamente, resulta perfecto y saludable, pero ¿humanamente lo es?

Fotografía de Gema Diego