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SIN CONCESIONES

Comparaciones odiosas

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión10-07-2005

Las comparaciones siempre son odiosas. Sin embargo, en ocasiones resultan útiles para valorar las cosas en su justo término. Así sucede con los atentados del 7-J en Londres y el 11-M en Madrid. La barbarie británica ha servido para que algunos españoles salgamos definitivamente de la nube de errores, mentiras y manipulaciones en la que algunos nos introdujeron interesadamente. No es cuestión de opiniones o ideologías, sino de datos. El mismo 11 de marzo de 2004, los bomberos rescataron todos los cadáveres, la Comunidad de Madrid elaboró un listado alfabético de todos los heridos, los forenses realizaron todas las autopsias y la Policía encontró la primera pista para dar con los terroristas. Todo eso en menos de 18 horas. En cambio, Londres aún no sabe el número de muertos, no ha recuperado los cuerpos y, por supuesto, no ha practicado las autopsias. Los familiares de las víctimas deambulan por las calles de Londres desde hace días buscando a sus seres queridos. Las autoridades, que no dan a basto, piden paciencia. Ésta es la otra gran diferencia entre el 7-J y el 11-M. Los londinenses han reaccionado con tanta serenidad como responsabilidad cívica. Muchos de ellos también están en contra de la guerra de Iraq y no por ello han culpado a Tony Blair del atentado. Gran Bretaña entera ha comprendido desde el primer instante que el enemigo es el terrorismo y no el gobierno laborista de Blair. Lo contrario que sucedió en Madrid. Aquí olvidamos en tres días las lecciones que ETA nos había enseñado a lo largo de 40 años. Quisimos comprender la lógica irracional de los asesinos. Pensamos que nada habría pasado si Aznar no hubiese viajado a las Azores. Revivimos las dos españas de la Guerra Civil. Y juzgamos al Gobierno por lo hecho en 72 horas en lugar de por su gestión durante más de 1.400 días. Como resultado, los terroristas lograron un triple objetivo: una masacre, un cambio de gobierno y la retirada de las tropas de Iraq. Nunca antes un único atentado había resultado tan rentable para sus autores. La tercera gran diferencia entre el 7-J y el 11-M la tenemos en el Gobierno. Blair reconoció esa misma mañana que el atentado era obra del terrorismo islamista mientras que Aznar todavía no ha llegado a hacerlo. Sigue lanzando teorías sobre "desiertos poco lejanos" e "ideólogos sin turbante" que, aunque no se deban descartar, suenan cuanto menos a chiste. Lo cierto es que Aznar cayó en la tentación de sacar rédito electoral de la infamia mientras Blair ha tenido la fortuna de sufrir el ataque a Londres tras ser reelegido primer ministro. La política informativa de ambos gobiernos también dista mucho. De la transparencia absoluta de Madrid hemos pasado a la opacidad completa de Londres. Y de la utilización política de Acebes, a la asepsia de las autoridades británicas. Muchas diferencias entre este 7-J y aquel 11-M. Son detalles de dos jornadas dantescas que nos ayudan a valorar en su justo término la reacción de dos países. La lenta pero implacable progresía del tiempo contribuye siempre a que reluzca la verdad y se dicte justicia.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito