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ANÁLISIS DE DEPORTES

Todo bien, menos el ‘talante’

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes10-07-2005

Al margen de otras interpretaciones –que las habrá a miles, cada una con un razonamiento más o menos sesudo y convincente–, las opciones de Madrid para albergar los Juegos Olímpicos de 2012 se perdieron, en la tercera votación, por no haber sabido recoger los votos que en la ronda anterior había recibido el proyecto de Nueva York. Es curioso: tanto los estadounidenses como los españoles dieron un bote de alegría, o alivio, al saber que no ganaría París. El mérito de los británicos, por tanto, parece que ha sido el de saber aprovechar mejor que nadie las filias y fobias entre las demás candidatas. Una comparación entre Tony Blair y José Luis Rodríguez Zapatero resulta igualmente elocuente. El primer ministro británico hace gala de una diplomacia sólida –véase la crisis de los presupuestos de la Unión Europea– que no sólo tiene talante, sino argumentos de fondo, y una veteranía de la que carece el bisoño presidente español. Por cierto, el precedente de las incursiones de Zapatero fuera de España tampoco era halagüeño, pues éstas se han saldado con fracasos rotundos, como el apoyo a la Constitución Europea en Francia. Cuando un político sólo tiene tirón dentro de su propio país, algo falla: no vale con ser un mero encantador de serpientes y con recoger la animadversión –en parte provocada– que suscita la oposición. Zapatero era el que menos preparado venía de toda la expedición española y se notó, porque confundió el turno de réplica –que le cedió el alcalde madrileño– con un mitin político. A la pregunta por la preocupación que había suscitado el reciente atentado en el futuro estadio olímpico, el presidente se salió por la tangente y dijo que ETA terminaría por desaparecer, como si fuera un simple ciudadano. Por ahí empezó a naufragar la candidatura española: los representantes de Nueva York, una candidatura también preocupada por los atentados desde 2001, habían respondido con mayor precisión. Madrid tiene motivos para el optimismo con vistas a intentarlo de nuevo dentro de ocho años. Antes será complicado, por la ley no escrita que hace alternar la sede de un continente a otro en cada olimpiada. Pero hay un buen proyecto, unos responsables competentes que han trabajado duro y sólo han pagado, quizá, verse en un cuerpo a cuerpo con otras cinco grandes ciudades en una elección muy complicada. La enseñanza que deja la decisión del COI es que no sólo valen las infraestructuras y el apoyo ciudadano: hace falta ganarse –sin prebendas– a los electores. En ello, ciertamente, no ha ayudado nada el cambio tan brusco de la diplomacia española, casi de un día para otro después del 14-M: si Aznar se acercó al eje anglófono, con las críticas que le acarreó participar en la cumbre de las Azores, el portazo que dio Zapatero nada más llegar a La Moncloa le ha pasado factura. Ante la espantá de Iraq se demuestra que no vale gobernar para las minorías, que no vale la sonrisa y la foto sin escuchar, que no es suficiente el buen rollo de Miguel Ángel Moratinos, cuyo informe de Exteriores, por cierto, pecó de optimista. No valió con el empuje de ilusión de la Reina y la empatía de la Familia Real, pero no hay por qué lamentarse. Desde ya mismo, es el momento de empezar a pensar en la próxima candidatura olímpica y corregir los errores. Caer es el primer paso para levantarse.

Fotografía de Roberto J. Madrigal