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SIN CONCESIONES

El tiro en la nuca del PSE

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión24-03-2002

No entiendo al País Vasco. No entendí a los electores vascos cuando reeligieron a Juan José Ibarretxe lehendakari hace casi un año. Tampoco entendí a Javier Madrazo cuando cayó en brazos de Arzalluz y entró en el Gobierno de Vitoria. Igual que no entiendo ahora a los socialistas vascos que eligen secretario general a un dirigente más próximo a las ideas de Sabino Arana que a las de mi tocayo Pablo Iglesias. No lo entiendo. Más aún cuando apenas habían pasado 48 horas del asesinato de su compañero Juan Piedre. A veces, pienso que ETA está ganando paulatinamente la batalla. En ocasiones, creo que los terroristas persisten en sus atentados para lograr el artazgo de los adversarios. Y lo consiguen, ya creo que lo consiguen. De otro modo no se explica que hace tres años fueran mayoría los que apoyaban a Nicolás Redondo Terreros y que ahora, ante el acecho de ETA, sean muchos más los que bajan la cabeza ante el PNV, Eusko Alkartasuna y Batasuna. El miedo a morir cambia a cualquiera. En el PSE, son muchos los que han olvidado la dignidad y la coherencia al ver la muerte tan cerca. Han olvidado el esfuerzo de sus compañeros que murieron por la paz en el País Vasco. Han olvidado a hombres ilustres como Fernando Buesa, como Ernest Lluch... han olvidado el dolor de sus familiares y el vacío de sus corazones. Con la elección de Patxi López, el PSE ha traicionado a muchos de sus votantes. Claro que, antes, ya había traicionado a su propio líder. Que es peor. Entre López y Ramón Jaúregui tiraron de la silla a Nicolás Redondo Terreros para ponerse ellos. Que es peor, mucho peor aún. El PSE ha optado por la vía segura, la de la supervivencia. Antes o después compartirá métodos y objetivos con el PNV a cambio de un salvoconducto. Si hay que ser ambiguo, lo será, seguramente, para evitar que ataquen sus sedes sociales, que amenacen a sus concejales y que asesinen a sus militantes. Ganarán así la batalla de la vida pero perderán la guerra de la coherencia, la dignidad y el honor. Valores que siglos atrás estaban por encima de todo y que hoy se subordinan al chantaje, la coacción y el tiro en la nuca. Al final, los tres tiros en la nuca de Juan Piedre en Orio han supuesto el suicidio ideológico del Partido Socialista de Euskadi. Sigo sin entender los pasos hacia adelante que sólo llevan a tirarse al vacío. Como tampoco entiendo el mutismo de José Luis Rodríguez Zapatero y su "todos contra ETA" pero con los que comparten las metas de los terroristas.