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EL GRITO

Torpeza en Noruega

Por Roberto González GarcíaTiempo de lectura2 min
Cultura21-08-2004

Dos ladrones que entran corriendo en un museo y se llevan dos de las principales obras del Impresionismo noruego. Una huida en la que tropiezan con las puertas y en la que dañan uno de los cuadros a patadas para deshacerse del pesado marco. Un museo que no tiene medidas de seguridad. Parece una novela, pero de las malas. Un asunto tan increíble que parece ficción. Pero así ha sido el robo de El Grito y Madonna, de Edward Munch.

Munch estaba en Berlín cuando pintó la primera de esas obras, y se ha convertido, según los críticos, en un símbolo de la enajenación del hombre moderno. El propio autor experimentó una crisis existencial y nerviosa después de pintarlo, quizá anticipando la extraña trayectoria que su cuadro iba a tener, ya que esta es la segunda vez que una de las versiones de El Grito es robado en una década en sendos museos noruegos. La obra forma parte de una serie llamada El friso de la vida", que Munch calificó como "un poema de vida, amor y muerte". Es, además, una de las obras pictóricas más reproducidas del mundo. Pero dos torpes ladrones no se conformaron con colgar una de estas reproducciones en su salón. Querían el original, y por eso se colaron en el Museo Munch de Oslo. No sabían dónde estaba el cuadro, y tuvieron que preguntar a varios visitantes que contemplaban las obras del genio nórdico. Una de las primeras teorías de la policía es que un coleccionista privado contrató a los dos torpes que asaltaron el museo, ya que, al ser una obra tan conocida, tiene una muy difícil salida al mercado del arte. Ni EL Grito ni la Madonna estaban asegurados contra robos. El propio director del museo, Gunnar Soerensen, justificó la decisión de no asegurar las obras contra robo: "Si aseguramos los cuadros, serían inaccesibles para la gente. Y nosotros deseamos ser un museo abierto". En España, es el Estado el que corre con el seguro de las obras de arte. Además, a los ladrones no les costó ningún esfuerzo descolgar los cuadros. Las autoridades del museo se defendieron: dijeron que las pinturas no estaban amuradas de forma permanente porque eso puede dañarlas. Plantearon, además, que muchas veces son prestadas a otros museos. A las pocas horas de conocerse el robo en todo el mundo, apareció una subasta en una de las páginas web dedicadas a este negocio. Se ofrecían ambas obras con la frase "ésta es tu oportunidad de poseer una obra maestra única". Aunque algunos usuarios de Internet llegaron a pujar por las obras, la oferta fue retirada rápidamente por la compañía web. "Estaba caminando a lo largo de un sendero con dos amigos. Se estaba poniendo el sol, y de pronto el cielo se tornó de un color rojo sangre". "Hice una pausa, sintiéndome exhausto, y me apoyé en la cerca. Había sangre y lenguas de fuego sobre el fiordo de color negro azulado y sobre la ciudad". "Mis amigos siguieron caminando y yo me quedé ahí temblando de ansiedad y sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza". Estas palabras las dijo Munch describiendo la gestación del cuadro, pero hoy parecen expresar el sentimiento de los directores y los gestores de la cultura de Noruega.