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La mitad del electorado europeo no participó en las elecciones europeas

Por Salva Martínez MásTiempo de lectura2 min
Internacional19-06-2004

Las llamadas a la participación no llegaron a movilizar ni siquiera a uno de cada dos europeos. Casi el 75 por ciento de los nuevos europeos del Este no votó.

“Asistimos a una regresión cívica que ilustra la desilusión respecto a los políticos”. Quien habla es Georges Mink, un investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS). Esta deslusión de la que habla el politólogo francés ha sido mucho más importante en los recién integrados países europeos del este. La nueva configuración del Parlamento europeo tuvo lugar la semana pasada. Se llevó a cabo sólo con el voto del 45 por ciento de los europeos que fueron convocados a las urnas. Así, la baja participación caracterizó las elecciones europeas de hace dos domingos. Pero en los diez países del Este, los recién integrados, el fenómeno dejó de ser preocupante para constituirse en un verdadero “riesgo” según Yves Méni, el presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia. Méni explica el por qué del elevadísimo absentismo registrado en Eslovaquia (80 por ciento), Polonia (78,8 por ciento) Estonia (73,1 por ciento), República Checa (72,1 por ciento) y Eslovenia (71,8 por ciento) cuando dice que “los electores no saben en qué puede cambiar su voto”. Portugal, Reino Unido, Suecia y Hungría alcanzaron el 60 por ciento de abstención. Muy cerca de ellos, se situaron Finlandia, Letonia, Austria, Alemania, Bélgica, Francia y España. En medio de este marasmo electoral, países como Luxemburgo, Malta, Italia y Chipre registraron una abstención que no llegó a la franja del 30 por ciento como ocurrió en Grecia y en Irlanda. El jueves pasado, un portavoz de la Comisión europea se preguntaba: “Si el poder del Parlamento europeo está limitado como está, ¿Cómo esperar esperar que la gente participe?” Este mismo portavoz reconocería poco después: “nuestro principal enemigo es la unanimidad que hace que las decisiones se tomen en el marco de un sistema que es oscuro y que está falto de transparencia y de democracia”. Este malestar está más que justificado. Ahora, en la Unión surge la preocupación porque muchos de los miembros deben someter la Constitución europea a referéndum y puede producirse una abstención similar o, incluso, el rechazo de muchos europeos.