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CINE

Dos ensayos sobre el alma humana protagonizan el palmarés de Gijón

Por Héctor Llanos MartínezTiempo de lectura2 min
Espectáculos27-11-2003

La sencillez y belleza de dos historias contadas desde el hastío convencieron al jurado internacional de la 41 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón. Un buen número de narraciones adolescentes homogeneizaban el espléndido programa de la Sección Oficial de este año, pero fueron las historias más universales las que al final vieron reconocida su valía.

Schultze gets the blues, del alemán Michael Schorr, fue para muchos un merecido Premio Principado de Asturias al mejor largometraje. La tardía apertura al mundo de un jubilado que descubre por vez primera el blues de Lousiana centra el filme. La decisión del anciano de abandonar su pequeño pueblo cuyo hermetismo le llevaba a desconocer otras formas de tocar su acordeón aparte de la polka. La película también obtuvo el premio al mejor director, segundo triunfo en esta categoría en un festival internacional para Schorr tras el galardón en Venecia. El Premio Gil Parrondo a la mejor dirección artística recayó en Natascha E.Tagwerk, responsable de la suave y tranquila estética de la película. La rusa The return inicia la filmografía de Andrey Zvyaginstev y un rosario de premios a lo largo de toda Europa también desde Venecia, como el León de Oro del 2003, que tuvo su continuidad en Gijón. El reencuentro entre un padre y sus hijos tras diez años de abandono se salda con un viaje de los tres con el fin de dejar de ser unos completos desconocidos. Los tres actores protagonistas, Konstantin Lavronenko, Ivan Drobronravov y Vladimir Garin, -padre e hijos respectivamente- compartieron ex aequo el premio al mejor actor, póstumo para el último de ellos fallecido al final del rodaje a causa de un accidente. El Premio Especial del Jurado por "llevar en su alma la grandeza de su historia" reconoció la calidad y calidez moral de la cinta. El guión de Vladimir Moiseyenko y Alexander Novototsky fue el de mayor calidad. La infalible Frances McDormand, protagonista de la independiente Laurel Canyon, puso su nombre al lado del título a la mejor actriz de la muestra. En cuanto a la decisión del jurado joven formado por 50 espectadores de entre 17 y 26 años se centró, como era de esperar, en Jeux d´enfants, de Yann Samuell, una de las propuestas más identificativas para este público de las muchas que había. La conocida sección Enfants terribles laureó a El niño que quería ser un oso, película de animación danesa dirigida por Jannik Hastrup.