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Samba, pero sin figuras

Por La Semana.esTiempo de lectura2 min
Deportes13-07-2003

Brasil, con su cuarto gran título en los últimos tres años, estrenó de la mejor manera posible el liderato al frente de la clasificación mundial: a él ha llegado la selección canarinha con un conjunto versátil, curtido, pero sobre todo con un espíritu colectivo del juego.

Los brasileños no destacan por su potencia física, sino que buscan ante todo –como sucede con otros deportes– el talento, la samba. El receptor Giovane Gavio y el colocador Maurício Lima, de 33 y 35 años, son los únicos supervivientes del equipo que se proclamó campeón olímpico en 1992 y de la Liga Mundial en 1993, cuando disputaron la fase final en São Paulo. Pero además han sido campeones del mundo en 2001, un año mágico en el que, además, hicieron doblete con la Liga Mundial. Maurício lleva a sus espaldas cuatro Juegos Olímpicos, Giovane tres, pero ambos mantienen su ambición intacta. Estos veteranos, además, se han integrado en un grupo que destaca ante todo por su equilibrio, tanto por el reparto de minutos en pista, como por su composición: jugadores con experiencia, como el receptor Nalbert Bitencourt –el capitán–, el André Heller, Gilberto Godoy Giba, Anderson Rodrigues y los dos hombres altos, Gustavo Endres y Rodrigão Santana. Pero el seleccionador brasileño, Bernardo Rezende, se preocupa de ir renovando el equipo,y en su cuaderno de jugadores comienzan a entrar jóvenes como el receptor Dante Amaral y el defensor Leandro Neves, un techo de 2,12 metros de altura. Brasil, pese a los éxitos que logró hace una década, no ha dado el salto de calidad a la elite mundial hasta la llegada de Bernardo Rezende. El seleccionador, ex jugador, formó parte de la escuadra brasileña que ganó las medallas de plata en el Mundial de 1982, en Argentina, y en los Juegos Olímpicos de 1984. Se retiró cuatro años más tarde para convertirse en el asistente técnico del equipo nacional que fue a los Juegos Olímpicos de Seúl. Después adquirió experiencia en Italia, en los clubes femeninos del Peruggia y el Módena. En 1994 retornó a Brasil para dirigir la selección femenina, a la que llevó al segundo lugar del Mundial; después ganaría la medalla de bronce en los Juegos de Atlanta y de Sídney.