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VOLEIBOL

España, sexta y lejos de las medallas

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes11-07-2003

España, pese a competir en casa –lo hizo en el madrileño palacio de Vistalegre, con una interesante afluencia de público–, no pudo mejorar el sexto puesto que logró en la Liga Mundial de 2002. Pudieron más la obligación de conseguir un buen resultado y la ausencia de Alexis Valido, que apartado del equipo poco antes de disputar la fase final por motivos disciplinarios.

La selección española –clasificada como anfitriona en detrimento de Polonia, que había quedado segunda de grupo en la primera fase– comenzó la fase final venciendo a la cenicienta, Grecia, aunque el partido dejó claro que cualquier despiste pasaría factura. El mejor partido del torneo, de largo, fue el que jugaron los hombres de Paco Hervás contra la posterior subcampeona, Serbia y Montenegro, en el que estuvieron a punto de forzar la manga de desempate; sin embargo, el combinado balcánico dejó clara su superioridad, especialmente en defensa. Pero la obligación de ganar a la República Checa para poder alcanzar las semifinales fue demasiado: España cometió demasiados errores, y además, no supo frenar en defensa al rematador Jakub Novotny. España había terminado la primera fase fuera de los puestos de honor, tercera del grupo A –por detrás de Rusia y Polonia–: los rusos fueron un hueso, mientras que Polonia cedió una derrota, pero un traspiés contra Venezuela cerró la clasificación directa a los españoles. Los posteriores finalistas, Brasil y Serbia, demostraron ser los equipos más fuertes. El campeón pasó sin apuros primero del grupo E, y derrotó en su camino al defensor del título, Rusia, antes de hacer hincar la rodilla a Italia y a Bulgaria. Precisamente los búlgaros –un equipo inexperto, pero con grandes dotes físicas y técnicas– dieron la mayor sorpresa, al derrotar a los rusos en la última jornada y dejarlos fuera de la eliminatoria por el título. La otra revelación fueron los checos, que participaban por primera vez en la Liga Mundial: la tranquilidad con que afrontaron la fase final, una vez cumplido más que dignamente su objetivo de la temporada –terminaron primeros en el grupo D, que los enfrentó a Grecia, Francia y Japón, tres rivales de similar potencial–, obligó a Serbia e Italia, sus rivales de mayor enjundia, a no relajarse más de lo debido.