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BALONCESTO

Barcelona, el final de un estigma

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes11-05-2003

El Palau Sant Jordi se unió a Wembley en la lista de lugares míticos para la afición del Barcelona. Tuvo que ser en casa, con el apoyo incondicional de más de 15.000 aficionados culés que festejaron a lo grande el mayor éxito de los 77 años de historia del baloncesto azulgrana. Los fiascos de 1990 y 1991, con gran Jugoplastika que comandaba Toni Kukoc, y de 1997, con el Panathinaikos que ganó en París con el tapón maldito de Stojan Vrankovic, pasaron por fin al recuerdo.

Dejan Bodiroga, el único jugador con cuatro Final Four a sus espaldas, pudo en su duelo contra la historia azulgrana y añadió a su currículum un nuevo título europeo, el tercero. El serbio cumplió con su misión de liderar al Barcelona, bien ayudado en tareas anotadoras por Fucka, y fue elegido MVP (Jugador Más Valioso) de la final, principalmente por los 20 puntos que aportó a la cuenta de su equipo. El Benetton cuajó un partido gris y fue víctima de sus propios errores. Perdió con honor, pero también con una pájara que no admite excusas, y volvió a quedarse con la miel en los labios. Así que el Barça, por fin, culminó la escalada en las dos últimas décadas y entra por derecho propio en la historia: junto con el Olimpia de Milán, el Pallacanestro Cantù, el Limoges y el Real Madrid, es uno de los únicos cinco clubes que han logrado ganar las tres competiciones europeas: Euroliga, Recopa y Copa Korac. El baño de confianza, además, deja a un paso la triple corona, después de haber ganado la Copa del Rey y liderar con solvencia la Liga ACB. El Montepaschi de Siena y el CSKA de Moscú, sin embargo, no fueron ni mucho menos –aunque lo pudiera parecer por el resultado– unos convidados de piedra a la fiesta culé. Cierto es que ambos, que acudían por primera vez a una final a cuatro, terminaron acusando la inexperiencia, pero los moscovitas, en particular, tuvieron contra las cuerdas, con su juego rápido y descarado, a un Barcelona que tuvo que esperar al último minuto para que Juan Carlos Navarro le rematase la faena a Fucka y Bodiroga. El Benetton lo llegó a tener mejor en su choque contra el Siena, en una primera mitad que dominó cómodamente, pero estuvo a punto de tirar por la borda todo el trabajo en un tercer cuarto horrible. Garbajosa, desde la línea de tiros libres, mantuvo a flote al equipo de Treviso, que se acordó por momentos del fiasco de la pasada temporada, en la que se quedó fuera de la final a pesar de haber jugado la final a cuatro en su país. El orgullo italiano se impuso, toda vez que sus dos representantes lograron la victoria en la última jornada: los de Siena vieron por fin despertar a Turkcan, que fue el máximo anotador de un partido brillante en su primera mitad.