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La candidata en la sombra

Por Raúl RomeroTiempo de lectura2 min
España10-01-2003

La política, como el matrimonio, primero es una elección y, luego, un compromiso. El paraje no era el sobrio monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y los invitados no eran representantes de la política Internacional. Si el 2002 escribía que Amor se escribe con “a” –Ana Aznar-Alejandro Agag- el 2003 va camino de lo mismo con el tándem Ana-Alberto.

Ahora, en la esfera de lo público, Ana Botella ha pronunciado, por segunda vez, las dos palabras: sí quiero. A saber: a Alberto Ruiz-Gallardón y al pueblo de Madrid. Tras un corto pero intenso cortejo, el candidato a la Alcaldía de Madrid ha conseguido que Ana Botella se lance a ocupar un lugar de relevancia en la política municipal en la que es imprescindible dominar las distancias cortas, porque es la política más próxima al ciudadano. Si hay que buscar comparaciones, aunque innecesarias –siempre son aceptables como referente-, Ana Botella está más cerca de Hillary Clinton que de Margaret Thacher. Encaja en ese modelo de mujer emprendedora y de aspiraciones que van más allá del brazo de su marido. Ha sido la más fiel confidente de Aznar. Han formado un buen equipo, pero ha llegado el momento del relevo. Desde la sombra, pero no con una actitud pasiva, ha reclamado con discreción una voz propia, fiel y nunca disidente. Funcionaria de profesión, recorrió con José María Aznar todos los peldaños de su carrera política. Desde que en 1978 se trasladó a Logroño y más tarde, en 1997, a Valladolid, donde su marido ocupó la Presidencia de la Junta de Castilla-León, han sido muchos los ires y venires del matrimonio Aznar. Cuando se confirmó el liderazgo de su marido en el PP y ganó las elecciones, allí estaba ella, no delante ni detrás, sino a su lado. Y es que no hay que olvidar que Ana es militante desde el año 1978, y fue ella la que animó al ahora presidente a afiliarse a la entonces Alianza Popular. Una vez en La Moncloa, no abandonó sus inquietudes sino que las potenció desde una plataforma privilegiada: su presencia pública ha sido constante y en ascenso. Ahora que se ha confirmado su salto a la escena política queda por saber cuál será su perfil. Con esta decisión, meditada desde hace más tiempo del que se pueda suponer, puede que Gallardón tenga el componente perfecto. Ella sabe que se la va a mirar con lupa. Y ése, y no otro, es su principal reto.