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TOROS

San Isidro 2001: esperanzas y decepciones

Por Almudena Hernández PérezTiempo de lectura2 min
Espectáculos09-06-2001

Una encastada corrida de Victorino Martín clausuró el pasado sábado la Feria de San Isidro, se le esperaba como agua de mayo -en junio- y la meteorología se hizo protagonista: llovió. A lo largo de un mes de toros la nube de la taquilla ha ido goteando éxitos numéricos. Muchos llenos de "No hay billetes", acompañados en ocasiones por desorbitados precios de reventa. En el ruedo, las tormentas fueron bien distintas.

Decepcionaron las corridas de expectación, en las que la empresa había conseguido incluir a las figuras tras mucho tiempo y reticencias varias. En vísperas, los carteles llenaban las paredes y hacían soñar esperanzas. Luego, en el día a día, las derrotas y las victorias -las menos-, además de los percances, salpicaron los carteles del abono. La última semana, la semana torista, se emborronó con el juego de los toros y quedó ensombrecida por la cogida de Julián López El Juli por el primer Guardiola de su lote. Fue el martes día 5. Peligrosos fueron los otros victorinos, los patasblancas de Monteviejo, lidiados el lunes. Sólo Pepín Liria, en valiente, saludó una ovación el miércoles, con los de Conde de la Corte. Con los ejemplares de Cuadri, más de lo mismo. Eulalio López El Zotoluco escuchó otra ovación y la de Manolo Sánchez fue protestada. Se consumía la semana, la feria y las esperanzas. Enrique Ponce había apostado. Se jugó este San Isidro de 2001 a una carta, con los toros de Dolores Aguirre. Quería ser un capítulo más de una hazaña de figura con toros de una ganadería dura. Sin embargo, Enrique Ponce -predispuesto- no logró destacar en el espectáculo y, como consecuencia, obtener un triunfo sonoro. También escuchó saludos el valenciano, entre división de opiniones. Y se fue, como se iba la feria. El sábado, día de despedidas en los tendidos -pues muchos no volverán hasta Otoño-, Victorino Martín puso seis toros sobre el ruedo. Luis Francisco Esplá, lidiador y maestro en este tipo de quehaceres, saboreó el paseo circular de la vuelta al ruedo, después de observar cómo el respetable le pedía la oreja. De cortarse, habría sido la última de esta feria de esperanzas y decepciones.