El Gobierno insiste en ponderar la buena marcha de la economía española
Por Gema Diego2 min
Economía17-11-2002
A pesar de los malos presagios sobre el crecimiento de la economía de la zona euro, el Gobierno asegura que España va a obtener cifras infinitamente mejores que las de sus vecinos. De seguir así, le puede ocurrir lo mismo que a Pascualín, el embustero: cuando diga algo que sea verdad, nadie le va a hacer caso.
Si Pascualín se divertía haciendo rabiar a los otros pastores con su ¡que viene el lobo!, el Gobierno se entretiene llevando la contraria a la UE y al Banco de España. El ministro de Economía, Rodrigo Rato, ha mostrado su desacuerdo con las previsiones de crecimiento de la Comisión Europea (CE) para España. "El Gobierno sigue viendo un crecimiento del conjunto del año por encima del dos por ciento", ha señalado Rato, haciendo caso omiso del 1,9 por ciento que le había adjudicado la CE. Rato considera todavía factible lograr el objetivo del 2,2 por ciento que el Gobierno había fijado para el 2002. A pesar de la desaceleración registrada en el tercer trimestre, Rato ve "perfectamente razonable" que la economía se recupere lo suficiente como para alcanzar la meta entre octubre y diciembre. Asimismo, el vicepresidente económico tampoco toma en cuenta a la CE a la hora de determinar la evolución del Producto Interior Bruto (PIB) para el año 2003. Rato promete que se alcanzará el tres por ciento, como está estipulado en los Presupuestos Generales del Estado (PGE), aunque la CE lo sitúe en el 2,6 por ciento. El presidente del Gobierno, José María Aznar, ha apoyado las declaraciones de su ministro alabando el aumento del empleo. "Nunca había habido en España tanta gente ocupada", ha manifestado Aznar, que confía en que España crezca más el año que viene, tanto en trabajo como en PIB. La oposición, en cambio, se comporta como los pastores hastiados de las bromas de Pascualín y ya no cree al Gobierno. Arantza Mendizábal, del Partido Socialista (PSOE), ha criticado la "autocomplacencia" del Ejecutivo, puesto que no tiene motivos para la tranquilidad: la inflación va a peor y el PIB tampoco se queda a la zaga.