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ANÁLISIS DE CULTURA

España como leyenda negra o la máquina de los votos

Fotografía
Por Marta G. BrunoTiempo de lectura4 min
Cultura11-10-2018

Nada tiene de ensalzable que España (o “este país”, como a algunos gusta llamar a su propia patria) se haya calzado el zapato de la polarización diaria. Lo lógico sería, en este sentido, que la población española celebrara con orgullo la fiesta nacional, su fiesta, la nuestra. Pero despertar del sueño supone ver desde la barrera al PP por un lado como precursor de la campaña que anima a colgar la bandera en los balcones el 12 de octubre y, por otro, una campaña institucional firmada por Pedro Sánchez en la que ya no vemos el lema “orgullosos de ser españoles”. El ya habitual #nadaquecelebrar llama a tomar las calles de Barcelona para sacar músculo, “resistencia anticolonial, antirracista, antipatriarcal”. Los abucheos en el desfile se convierten en un clásico. La melodía cansa cada año más mientras la historia se mantiene firme ante los ojos del que la quiera leer.

Es la tergiversación como cruel paranoia del mal que nos ha tocado vivir, una visión “negrolegendaria”
 España se ha convertido en uno de los pocos países que de cara al exterior parece avergonzarse de sí mismo. Cuando antaño fue germen de un imperio que duró 300 años, que pese a la insistencia de las corrientes románticas de la leyenda negra logró la convivencia directa, no colonial y de carácter mestizo en América. Han pasado 526 años y hoy la lengua española puede presumir de 550 millones de hispanohablantes que no se avergüenzan de hablarlo. ¿Si de verdad la acción en América hubiera sido destructiva y de aniquilación podríamos dar estos datos tan alegremente? ¿sería la mayoría de la población actual de origen indígena?

 El profesor Pedro Insua analiza la relación de España con moriscos, judíos y nativos americanos en 1492. España contra sus fantasmas (Ariel), un libro que llega en el momento adecuado y que es de recomendable lectura para las nuevas generaciones ante el juicio moral condenatorio que la nación ha sufrido. El paso de los siglos ha generado una corriente que pone el acento en el “mito andalusí”, la idea romántica de la “España mora”, bien como un reclamo turístico, bien por intereses autonomistas, una forma de hacernos creer que la expulsión de los moriscos fue una guerra racial, cuando más bien se trató de una acción geoestratégica.  

 Es como si despreciar a España se hubiera convertido en motivo de ascenso, de reconocimiento, de apuesta segura. Como Juan Goytisolo en Reivindicación del conde Don Julián, la antesala de la hispanofobia en la que tilda a esa "España de mierda". Como aquellos que defienden que la expulsión de los judíos de la Península trajera el mal de la decadencia de España, sobre todo porque en pleno siglo XVI el país no se trataba precisamente de una nación económicamente atrasada.

 La "España inquisitorial" contra el avance de Europa dio pie a que Darwin fijara en la actividad del Tribunal al causa de su decadencia. Según Anna Gabriel (CUP)  hoy vivimos la "Santa Inquisición" porque causó revuelo la imagen de una pareja en un acto de libre albedrío sexual en el metro de Barcelona. Es la tergiversación como cruel paranoia del mal que nos ha tocado vivir. Una visión "negrolegendaria", como así la denomina Insua, que se convirtió en tema literario para Edgar Allan Poe o Miguel Delibes, pero que Stanley Payne recuerda en La España imperial, que en el suroeste de Alemania fueron más reos condenados a muerte de hechicería que la Inquisición en toda su historia.

Ante la opinión pública es mucho más polémica la idea de una España como monstruo antisemita
El descubrimiento de América no supuso ningún Holocausto como defendía el desaparecido Hugo Chávez. Pocos son los historiadores que clarifican nuestro pasado con ideas como la tomista, que reconoció a los indios como propietarios y en posesión de racionalidad: el pecado original no es un impedimento al no tener noticia del Evangelio. El derecho de gentes: no han arrebatado nada a los cristianos y por lo tanto no son enemigos de su fe. Pero ante la opinión pública es mucho más polémica la idea de una España como monstruo antisemita. Vivimos en el siglo de la adjetivación (negativa) e ideológica de todo lo que nos rodea. La reputación internacional es un capítulo aparte.

 El descubrimiento como resultado de, como recuerda Unsua, la investigación intelectual y la idea de la esferidad de la tierra
 

El año 1492 debería quedar grabado a fuego en todas las generaciones venideras por los hechos cruciales que se produjeron. Pero en su aspecto positivo como resultado de, como recuerda Insua, la investigación intelectual y la idea de la esferidad de la tierra, como un hito que cerró el campo de la geografía terrestre. El rebautizar el 12 de octubre como el de la “Resistencia Indígena” suma votos y los responsables lo saben. Los sectores nacionalistas se frotan las manos ante la búsqueda de la destrucción del Estado. Desestabilizar es la clave. Todos lo pagaremos. Ellos también. ¿Pero cómo conseguimos sobrevivir pese a este fracaso nacional? Como dirá Insua, Eppur si muove.