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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Que le quiten lo 'bailao'

Fotografía
Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura2 min
Internacional01-10-2018

"Que me quiten lo bailao", es lo que debe de estar pensando Pedro Sánchez desde que llegó a La Moncloa. Dicen que a los cargos hay que darles 100 días de cortesía, pero en el caso de Sánchez, su Gobierno no ha empezado con buen pie. En este lapso tan breve, ha visto cómo dos de sus recién nombrados ministros han tenido que dimitir por diferentes escándalos, cómo otros dos están en la cuerda floja y cómo el propio presidente es mirado con lupa por el asunto de su tesis.

Como dice el refrán, “una cosa es predicar y otra dar trigo”. En este caso, los discursos y promesas electorales de Sánchez cuando estaba en la oposición le están pasando factura y dejándole en evidencia. No se puede decir que en Alemania hay un ministro que dimite por plagiar una tesis y él justificar lo injustificable con su trabajo doctoral. De la misma manera, tampoco se puede decir hoy una cosa y al día siguiente lo contrario. El Gobierno tiene una minoría parlamentaria y sus apoyos son muy diversos, variados y cada uno con sus propios intereses, pero aun así debería de prevalecer un criterio.

Mientras tanto, Sánchez en estas semanas está aprovechando su poder para potenciar la diplomacia y, también, para disfrutar de sus momentos de ocio. Sorprende que un político que habla de regeneración y de ejemplaridad use el avión presidencial para ir a un concierto y un helicóptero oficial para acudir a la boda de un familiar.

En el ámbito internacional, Sánchez no para. Se ha reunido con los principales líderes europeos y también ha viajado a Canadá para verse con el primer ministro y a Estados Unidos para entrevistarse con Donald Trump, para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas, para recorrer varios puntos del país y para concretar una próxima visita oficial a Cuba. 

Además, el presidente ha aprovechado para repetir que quiere agotar la legislatura y no convocar elecciones antes de 2020. Es lógico, el poder es uno de los principales anhelos de los políticos y Sánchez va a hacer lo posible por mantenerlo a pesar de las dificultades, de los bandazos, de las polémicas y de la gran necesidad de apoyos parlamentarios.

El presidente es consciente de que estar en La Moncloa le permite disfrutar de privilegios, le da notoriedad y es un trampolín para las próximas elecciones. Es entendible que quiera mantenerse en el cargo y renovarlo, y... si no es así, que le quiten lo bailao.