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EUROPA LEAGUE

Coraje y corazón

Por Christian FernándezTiempo de lectura3 min
Deportes05-05-2018

Dos palabras, nada más. Cuando todo está perdido y no ves cómo las cosas pueden salir adelante, ellos lo hacen. ¿Cómo? Con coraje y corazón. Porque la aventura de los hombres del Cholo en estas semifinales de la Europa League se ha resumido en esos acordes que tiene el bello himno del club del Manzanares. En Londres se recurrió al coraje, y se sacó un empate. Y en Madrid, al corazón.

Al corazón de esos miles de seguidores que arroparon a su equipo desde el segundo uno. Al corazón de ese entrenador que no paró ni un momento quieto en el palco. Al corazón de esos jugadores que lo dieron todo sobre el césped del Metropolitano. Sí, señores. Con coraje y corazón, los indios se van a Lyon.

De la ida de había rescatado un gran punto. Un gran punto fruto del esfuerzo incansable de los rojiblancos. Mucho tenían que temer los de Londres, porque ahora iban a jugar contra once. Un once cuyas novedades eran la de Vitolo en la medular titular; y la de Thomas haciendo las veces de Juanfran –o de un expulsado Vrsaljko-. Al otro lado del campo, recién llegado de tierras inglesas, los gunners. Mismo once que en la ida planteaba Wenger. Con estos alicientes, comenzaba la batalla.

Al Atlético le valía con el empate, pero como si de una remontara necesitara, el equipo colchonero salió a la carga. Y no tardó mucho en dejar claras sus intenciones. Costa fue el primero que piso terreno enemigo, un virtuoso en esa labor. Salvo que su tiro no fue tan virtuoso, marchándose por encima de la meta de David Ospina. Pero una pantera no falla dos veces. Y a esta pantera no le gusta sacar la zarpa sin conseguir el premio.

Los ingleses vieron el peligro, y decidieron sacar la artillería. Özil en banda creó peligro. Pero ahí estaba, siempre fuerte, atento, Diego Godín. Primero interceptó un pase de la muerte en dirección a Lacazette. Después, demostró que por alto nadie puede superarle. Una, dos, tres… todos los centros que los visitantes mandaban al área eran  frustrados por el uruguayo. En la ida ya costó un gol, pero la vuelta no iba a ser así.

El Atlético perdía en posesión, por lo que Koke y Gabi decidieron arreglar eso. Los últimos quince minutos de la primera mitad lograron teñirse de rojo y blanco. Y, con el balón en los pies locales, todo fue mejor. Apunto estuvo Koke de firmar un 1 en el marcador, pero ese tiro se fue rozando el palo izquierdo. Muy amigo de Koke es Griezmann, pues su disparo fue idéntico al de su compañero madrileño. Pero en el fútbol manda la veteranía. Y Costa tiene de eso.

Un pase entre líneas de Griezmann, de esos que solo él consigue ver, acabó en los dominios del hispano-brasileño. Chambers intentó frenarle, pero aprendió que meter cuerpo a Costa es misión imposible. Mano a mano con Ospina y balón a la jaula. Esta vez sí, la pantera se llevaba la presa a casa. Y sobre la bocina. Según sacó el Arsenal de centro, el colegiado señaló el camino de vestuarios. Gol psicológico que se dice. Gol que vale una final de Europa League se traduce.

En la segunda parte se vivió un guion diferente. Tropas inglesas deambulando por un campo español, incapaces de hacer nada por retener a los del Cholo. Tropas inglesas cuyo juego se basó en las alturas en los primeros instantes. Pero vieron en Godín la Gran Muralla China. Por ahí no. Probaron por el centro, con un siempre potente Xhaka. Pero si superaban a Godín, detrás estaba Oblak. No hay palabras para él. Como tampoco las hubo para el kosovar después de que el meta esloveno sacara una mano prodigiosa tras un zurdazo suyo.

Cuando todo iba bien, Costa dijo adiós al partido. Una sobrecarga muscular encendió las alarmas en el banquillo madrileño y decidieron dar entrada al Niño, a Fernando Torres. Aplausos para despedir al autor del gol y euforia para recibir la entrada del de Fuenlabrada. Thomas dio el susto con una pérdida en el área propia. Pero Giménez arregló su error. Fallos tenemos todos debió decirle al oído. Con esa sintonía de superioridad rojiblanca se llegó al final del partido. Coraje y corazón los ha llevado a Lyon, a la final. Y el Marsella espera ya, en tierras propias, ese coraje y corazón.