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Toros

¬No llores, tonta¬

Por Almudena Hernández PérezTiempo de lectura2 min
Espectáculos03-06-2001

Estaba en una esquinita del cartel. Miguel Abellán vestía de blanco y plata, su terna preferida, la de las mariposas... En los tendidos, muchos aficionados por un día, y muchos de los de siempre para ir a ver al extraterrestre, por eso que dicen que José Tomás viene de otra galaxia. Era viernes 1 de junio y los toros, de Adolfo Martín. Ni José Miguel Arroyo Joselito ni José Tomás...

Abellán presentó la muleta con valentía -con mejor o peor ejecución- y plantó cara a la responsabilidad. Respondió en quites a un Joselito en descenso, mas siempre atento para socorrer a un compañero. Tomás, entretanto, aguardaba con la mirada perdida. El público había pasado con él el mayor desengaño de los últimos tiempos, al dejarse escuchar los tres avisos. La afición quiere creer que algo extraño pasó en José Tomás. La salud torera de Julián López El Juli está perfectamente, aún sin triunfos. Supo estar en la corrida de la Prensa, el jueves 31. Mas, un ejemplar de Victorino Martín no le puso fácil la puerta grande, que no se aireó en toda la semana. Pepín Jiménez luchó el domingo con la dignidad que tienen los toreros gladiadores. Ésos que también se deben al sudor sano de su frente. El murciano cortó una oreja al último de Samuel Flores. Figura y juventud tiene Miguel Abellán. Con el muslo derecho herido (el tercer adolfo le propinó una cornada de 15 centímetros) salió de la enfermería. Saludaba antes de lidiar al sexto del viernes, que se lo puso difícil para salir en volandas de la plaza. Minutos antes, Tomás había dimitido del cargo de extraterrestre más querido del año. Y Miguel, que tenía en el esportón una oreja lograda con algún muletazo largo, quería ser candidato. No fueron tardes redondas las de Abellán, El Juli ni la de Liria. Hubo detalles que merecen sin duda los titulares. Sin embargo, la afición sigue preguntándose qué enfermedad habrá eclipsado la aurora boreal de José Tomás. En el tendido, la tecnología transmitía la realidad de la tarde del día 1. Alguien le decía a una de las hermanas de Miguel Abellán lo de la oreja y que lo de la pierna no era nada. Incrédula, seguramente contenta, escuchaba al otro lado del teléfono: "No llores, tonta". Un titular que podría resumir lo mejor de la mejor tarde de San Isidro. Aunque sea sobre el papel.