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COPA DEL REY

Celta y Alavés se lo jugaran todo en Vitoria

Por Alejandro CampoTiempo de lectura2 min
Deportes02-02-2017

Mendizorroza ejercerá de juez sobre quien ha de ocupar un puesto en la final copera, tras el empate sin goles en el partido disputado en el feudo celtista. La lluvia se coló en la contienda como protagonista inesperado, dejando un encuentro dónde las acciones eran más espectaculares, pero a su vez más imprecisas. Los porteros se ganaron el sueldo y dejan toda la emoción y la tensión para el partido en Vitoria.

Antes de que el balón comenzase a rodar sobre el césped, la estampa del estadio era maravillosa. La realización dejó ver un Balaídos ensordecedor, con miles de bufandas al viento y a un emocionado Pellegrino arengando a los suyos. Todo el ritual previo al pitido inicial estuvo a la altura, la tensión y las emociones desbordadas eran casi palpables.

Como era de esperar, el encuentro comenzó con los nervios a flor de piel en ambos conjuntos. La posibilidad de jugar una final es algo que no se vive desde hace muchos años en las respectivas ciudades de los participantes, y se notó. Los primeros minutos estuvieron marcados por las imprecisiones, no obstante, dentro del excesivo respeto entre ambos, era el Celta el que más inquietaba la portería rival. Así lo atestiguó una jugada de Aspas que tuvo que salvar la zaga del Alavés en última instancia.

En el ecuador de la primera parte ya se percibía con obviedad las intenciones de ambos equipos, el Celta amasaba la jugada y combinaba, mientras que los visitantes abogaban por un juego directo, de transiciones rápidas y una defensa feroz. Casi al final de la primera parte llegó la que posiblemente era la jugada más peligrosa del partido. Sergio se erigió como héroe al interceptar un balón que desvió Manu García y que estuvo a punto de estrenar el marcador. Esta acción metió miedo al conjunto gallego, pero no quedaban minutos para mucho más, el Alavés no pudo explotar más su arreón final.

Durante todo el partido jarreo de una forma sobrecogedora, dotaba al encuentro de una épica extra. Pero además de esa espectacularidad añadida, la lluvia también condicionaba el juego. En los primeros minutos pudimos ver una consecución de resbalones que no eran más que el prólogo de los que pudimos ver el resto del partido. La primera gran ocasión de la segunda parte llegó por medio de las botas de la estrella celtista. Aspas cogió el cuero en la esquina del área pequeña y finalmente lo repelió Pacheco en una parada, que bien podría catalogarse de pequeño milagro.

Iago Aspas volvió a ser protagonista cuando otro disparo suyo se estrelló en el travesaño, pese al infortunio se veía al jugador para grandes empresas. La recta final estuvo marcada por un Alavés encerrado en su propia área esperando a contragolpear y por un Celta asediando la meta defendida por Pacheco. La fortuna volvió a ser esquiva con los locales cuando un disparo del Tucu se encontró con el palo de nuevo. El partido finalizó con un empate que dejará cierto amargor en la afición gallega, de lo que no hay duda es que para el espectador neutral ha sido un auténtico acontecimiento a pesar de las tablas.