ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Se acabó la barra libre
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional01-02-2016
Se acabó la barra libre en el asunto de los refugiados. La Unión Europea ha vuelto a demostrar que no sabe reaccionar cuando sucede algo grave que no está previsto.
Primero tarda en tomar decisiones porque tiene que poner de acuerdo a sus socios, y, posteriormente, se confirma que muchas de las medidas se han adoptado sin evaluar detenidamente las consecuencias. Es decir, no solo se demora, sino que, además, cuando trata de enmendar lo acordado se pone todavía más en evidencia.
Con la crisis de los refugiados se está viendo este ejemplo de una forma clara. Evidentemente, hay que ayudar a las personas que huyen de su país y lo dejan todo atrás para salvar su vida y buscar esperanza. Sin embargo, ningún Estado, por muchos recursos y buenas intenciones que tenga, está capacitado para atender un aluvión de personas sin poner en riesgo tanto a los que llegan como a los que ya están.
En estos casos, hay que dedicar el tiempo necesario para preparar toda la logística, coordinar la ayuda, identificar a los que entran y ser conscientes de los límites existentes. Este proceso se realizó de forma precipitada e incompleta y no se hizo correctamente. Ahora, el problema inicial es sucedido por otro peor.
Es normal, aunque solo sea por estadística, que cuando llegan decenas de miles de refugiados, entre estos haya gente que esté tremendamente agradecida, y otras que tratan de aprovecharse de la situación y tienen intereses espurios.
Seguro que este último tipo de individuos es la minoría, pero es verdad que unos pocos pueden empañar a la mayoría y hacer que la opinión pública cambie la percepción que tiene de todo el conjunto, como ya está ocurriendo.
Las agresiones sexuales a numerosas mujeres durante Nochevieja en varias ciudades alemanas, los robos e incluso algún asesinato atribuidos a los refugiados han llevado a varios gobiernos europeos a replantearse la situación y el trato que dispensan a los acogidos.
Suecia, Finlandia y Alemania tienen intención de deportar a decenas de miles de inmigrantes. Además, Dinamarca ha aprobado una ley que restringe los derechos de los refugiados, permite requisarles los bienes a partir de 1.300 euros y pone trabas al reagrupamiento familiar. Esto parece solo el principio.
Es posible que algunos de los países que aplican estas medidas aprovechen la nueva coyuntura para librarse de lo que consideran un problema (o de una parte de él). Como muchas veces ocurre, en este tipo de casos terminan pagando justos por pecadores. Al final, no solo se va a acabar la barra libre, sino que también se acaba la fiesta.