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FÚTBOL

Una competición mejorada, pero mejorable

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura1 min
Deportes15-09-2002

La Federación Española (RFEF) se propuso hace tres años impulsar la Copa del Rey; y para ello aprobó un sistema de competición con eliminatorias a partido único hasta octavos de final. Así se conseguía agilizar el calendario de la competición, por la acumulación de partidos de los equipos que disputan la Liga de Campeones y la Copa de la UEFA. Para igualar las eliminatorias, además, la RFEF decidió que se disputaran en terreno del equipo de menor categoría.

Los resultados no dejan lugar a la duda. Sobre todo en las primeras rondas, los equipos de Segunda División B y Tercera se han acostumbrado a dar sorpresas contra equipos de Primera y Segunda División. Los equipos grandes se quejan de que tienen mucho que perder en la competición, y a menudo se plantean la necesidad de reservar o no a sus mejores jugadores. Así, técnicos como Javier Irureta y Louis Van Gaal se sienten perjudicados por el sistema de competición, por tener que desplazarse a todas las eliminatorias y por la escasa repercusión que tendría una final en la que no hubiese ningún equipo de la máxima categoría.. Además, algunos clubes sólo disponen de césped artificial, y el reglamento de la competición permite que sus rivales se nieguen a jugar en esta superficie. Aunque es raro que suceda, tener que desplazarse a otro estadio supone un perjuicio económico para los equipos modestos, que tienen la posibilidad de cuadrar sus presupuestos con las taquillas de los partidos contra clubes como el Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid y Deportivo de la Coruña. La principal crítica que hacen los equipos pequeños al sistema de competición es que las rondas de cuartos de final y semifinales sean a doble partido, que limitan en gran medida sus posibilidades de alcanzar la final. Si la RFEF pretende que la Copa sea la competición más abierta, quizá deba pronunciarse al respecto y apostar por el sistema inglés. De este modo se conseguiría aumentar el espectáculo: que los equipos que aspiren a ganar la Copa apuesten por ella con sus mejores jugadores, y si no lo hacen, que no protesten porque la competición perjudica a sus intereses.