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Música Jazz

Billie Holiday, un símbolo de lucha y superación

Por Irene Benito BonillaTiempo de lectura3 min
Cultura06-04-2015

Eleanora Fagan Gough conocida como Billie Holiday y apodada Lady Day fue una cantante estadounidense de jazz, que junto con Sarah Vaughan y Ella Fitgerald es considerada entre las más destacadas e influyentes voces de mujeres en el mundo del jazz. Cantantes como Frank Sinatra la consideraba “su mayor influencia e incuestionablemente la influencia más importante en el canto popular estadounidensede los últimos veinte años”.

El talento de Holiday se veía en su capacidad de interpretación, su dominio del swing y en la adaptación de su voz al mensaje de la canción. Sus canciones desprenden intensidad y pasión en cada letra que cuentan sus vivencias más personales. Lady Day soportó humillaciones y dolor que la hicieron escribir grandes letras sobre su vida que podían poner los pelos de punta a cualquiera. La cantante de jazz fue una chica con mala suerte que se enganchó a la heroína, sufrió maltrato por parte de su pareja, nunca tuvo suerte en el amor, y padeció el racismo en todos los aspectos de su vida.

Escuchar a Bessie Smith y Louis Armstrong  mientras trabajaba limpiando un burdel hizo que esta niña se interesara por la música y por el jazz. Se puede decir que la música salvó a esta pequeña de caer de lleno en la prostitución estadounidense de esa época. Ella se inspiró en aquellos cantante y a su vez, esa niña que se convirtió en mujer de golpe fue una gran inspiración para cantantes como Diana Ross quien la interpretó en la pantalla en 1972 en Lady Sings the Blues, así como a Annie Lennox y Amy Winehouse.

En estos años, Billie Holiday era simplemente Eleanora Fagan, hija de Sadie Fagan y Clarence Holiday, un músico de jazz que las abandonó a su suerte. Se casaron demasiado pronto, eran muy jóvenes los dos y aun así, Sadie Fagan quiso a su hija desde el primer momento y así lo cuenta Holiday en su autobiografía  “Mamá y papá eran un par de críos cuando se casaron, él tenía 18, ella 16 y yo 3. Fue un milagro que mamá no fuera a parar al correccional y yo al reformatorio. Pero ella me quiso desde el mismo instante que notó en su vientre un suave puntapié mientras fregaba suelos”.

Tiempo después, con 13 años, se fue a Nueva York en busca de un futuro que se encontraba entre luces y sombras de espectáculo, amores dañinos que retrató en canciones como My man o Ain't nobodys business, y adicciones que la llevaron a su paso por la cárcel. A pesar de todo, su primer intento como artista tuvo lugar en el Pod’s and Jerry’s de la calle 133, primero como bailarina, después como cantante. Cuando acabó Travellin all alone el local entero se puso en pie, y allí en ese preciso instante nació Billie Holiday, nombre que la cantante tomó de la estrella de cine mudo Billie Dove. Su segundo apodo, Lady Day, se lo puso el gran amor de su vida, también mal correspondido, el saxofonista Lester Young, al que conoció en una orquesta de swing de mayor éxito en aquel momento en Estados Unidos, la Count Basie.

En este momento, Billie Holiday ya había hecho de su voz un lamento vocal con una carga emocional increíble, con una sensibilidad única e irrepetible. Lady Day se enganchó al jazz para sobrevivir, sobre el escenario era toda emoción y luminosidad, regresando a la oscura realidad cuando se bajaba de él.