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ÉBOLA

Cuatro errores de la crisis que todavía hay que esclarecer

Por LaSemana.esTiempo de lectura4 min
Sociedad19-10-2014

"Probablemente no hemos hecho todo bien". Esta frase de la ministra Ana Mato reconoce que en la gestión de la crisis del ébola ha habido errores. La responsable del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad no tuvo reparos en admitir fallos durante su comparecencia el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, pidió esperar a que todo quede resuelto para esclarecer lo ocurrido y depurar responsabilidades.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ha reconocido su parte de culpa en la alarma sanitaria que ha saltado en varios países occidentales por la llegada del virus. España registró el primer caso de contagio pero en otros países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Suiza y Noruega también ha tenido que enfrentarse al miedo que provoca el ébola entre sus ciudadanos. La autocrítica de la OMS se recoge en un documento difundido por la agencia internacional AP y que ha sido definido como un "primer borrador realizado por un grupo que estaba documentando la cronología del brote para una revisión futura". Este organismo de la ONU ha intentado así restar importancia al texto en el que se admite que se tardó más tiempo del debido en alertar a la población mundial y que se infravaloró la posibilidad de que el virus saltase fronteras y continentes. El actual brote del ébola comenzó en diciembre de 2013 en Guinea y en pocos meses se extendió con una brutal mortalidad por Liberia, Sierra Leona, Nigeria y Senegal. Desde entonces han muerto más de 4.000 personas según los datos oficiales de la OMS, pero este organismo de Naciones Unidas no dio la voz de alarma internacional hasta que en verano comenzaron a aparecer posibles casos de contagio en Europa y Estados Unidos. Con las repatriaciones de misioneros y personal sanitario que trabaja en África a sus países de origen, como sucedió en España con los religiosos Miguel Pajares en agosto y Manuel García Viejo en septiembre, el virus entró en las ciudades de las principales potencias económicas. El contagio a otras personas era sólo cuestión de tiempo, de pequeños infortunios y de errores de gestión. En Estados Unidos, por ejemplo, se han contagiado dos enfermeras en el primer caso tratado. En España sólo se ha registrado una infección entre 120 especialistas expuestos. Los errores de España Cuatro son las incógnitas que todavía hay que esclarecer sobre la crisis que el virus africano ha desatado en España, en especial tras el contagio de la auxiliar de enfermería Teresa Romero. El primero de ellos es qué pasó en la sexta planta del Hospital Carlos III de Madrid para que la sanitaria se infectara de ébola cuando atendió a Manuel García Viejo. El libro de registro sólo contabiliza dos entradas de la mujer a la habitación del misionero. La primera fue para asear al enfermo. La segunda tuvo lugar cuando García Viejo ya había fallecido, con el objetivo de limpiar la sala. En una de las dos ocasiones, Teresa Romero se contagió por algún accidente, lapsus o pequeño error que las autoridades aún no han sido capaces de descubrir. La propia ayudante de enfermería confesó inicialmente que se había tocado la cara pero, según su familia, ahora sostiene que siguió el protocolo de forma correcta. El resto de los errores son responsabilidad de la Comunidad de Madrid, quien tiene abierta una investigación desde el primer día sobre todo lo ocurrido pero no tiene intención por ahora de dar a conocer el informe con las conclusiones. El consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, prefiere esperar a que pase la crisis y tener en su poder todos los detalles, según admiten a LaSemana.es fuentes de su entorno. El Servicio Madrileño de Salud tardó seis días en ingresar a Teresa Romero desde que manifestó síntomas incipientes. Al parecer, la sanitaria alertó en repetidas ocasiones al departamento de Riesgos Laborales pero sus avisos no fueron tomados en serio porque la fiebre no superaba los 38 grados. La Comunidad siguió escrupulosamente una parte del Protocolo pero otra parte de ese mismo documento establece que haber estado en contacto con un enfermo es criterio suficiente para un posible ébola. Teresa Romero era consciente del peligro y por eso, según su familia, llamó varias veces alertando de su miedo a haber contraído el virus pero la Comunidad no se tomó en serio el problema. También adoptó precauciones en su casa para no contagiar a su marido. Ella dormía en una habitación y utilizaba un baño de la casa, mientras su marido, Javier Limón, empleaba otro aseo y dormía en otra cama diferente. Tres semanas después, él sigue sin tener síntomas de ébola gracias a esa prudencia. Cuando el Servicio Madrileño de Salud decidió trasladar a Teresa Romero a un centro hospitalario lo hizo a Alcorcón, en lugar de al Carlos III como ella misma reclamaba para no poner en riesgo a otros pacientes y para ser tratada de inmediato por especialistas. Sin embargo, acabó en otro centro con serio riesgo de que el brote se hubiera extendido y se la llevó en una ambulancia que no fue aislada como corresponde para una persona con ébola. El cuarto error que la Consejería de Sanidad sigue sin aclarar es por qué esa ambulancia siguió trabajando después de llevar a Teresa Romero al Hospital de Alcorcón, por qué no se limpió como ordena el Protocolo y por qué se puso en riesgo a más de media docena de pacientes que ocuparon la misma camilla que la enferma de ébola.