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NUEVO EJECUTIVO

Diez horas y ocho cambios de ministros

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
España14-07-2002

A Aznar le gustan mucho las sorpresas. Bajo ese aspecto de hombre seco y serio, esconde la pasión de jugar con los tiempos y convertir sus decisiones en una sorpresa permanente para los demás. Esta vez, no compareció en rueda de prensa con su cuaderno azul para dar a conocer el cambio de Gobierno y hacer públicos los nombres de sus nuevos ministros.

Aznar los recibió uno por uno en su despacho desde primera hora de la mañana. El primero, Jesús Posada. Iba camino de Ávila a participar en un acto del Partido Popular sin saber que sería el último como ministro de Administraciones Públicas. Llamó a la puerta. Entró. Le anunció el cambio. Y se marchó. Al salir, no tenía ni coche oficial. El chófer estaba tomando café. Pensaba que tardaría más tiempo. Luego, comentaba: "¿Por qué yo? ¿Qué he hecho?". Quizá, le faltó preguntarse qué no ha hecho. Con Ana Birulés, Pío Cabanillas y Juan José Lucas ocurrió algo parecido. Al parecer, ninguno se lo esperaba. Es más, los dos últimos han promovido todo tipo de rumores sobre el modo en el que se produjo el cese para lavar su imagen. Aseguran que Aznar les propuso el Ministerio de Administraciones Públicas pero ambos declinaron la oferta. Sin embargo, el jefe del Ejecutivo tenía reservada esa plaza para el secretario general del PP, Javier Arenas. A partir de ahora, lidiará dos toros simultáneamente con el objetivo de contrarrestar el avance del PNV hacia el autogobierno y la autodeterminación. Aparicio es el único ministro que abandona el Gobierno con un destino seguro, aunque aún no anunciado. Será el candidato del PP al Ayuntamiento de Burgos. Por su parte, Lucas será el próximo presidente del Senado una vez que Esperanza Aguirre abandone este puesto y sea oficialmente la candidata del PP a la Comunidad de Madrid. También hay otros dos futuros candidatos que, sin embargo, aún siguen en el Gobierno. Son Josep Piqué y Jaume Matas, próximos cabezas de lista populares en Cataluña y Baleares. La mañana del 9 de julio transcurrió en La Moncloa con reuniones y comunicaciones a los ministros salientes. A mediodía ya se conocía la intención de Aznar y, desde ese momento, todo fueron comentarios y adivinanzas sobre los cambios. Nadie acertó. El presidente marchó a comer al Casino de Madrid, donde tenía un acto oficial. Entró con una gran sonrisa y sin decir palabra a los medios de comunicación. Dentro comentaba: "Son las cuatro de la tarde y cuatro personas aún no saben que van a ser ministros". Dicho y hecho. Eduardo Zaplana era el único que sí lo sabía. Arenas tenía una amplia idea, pero faltaba la confirmación. A partir de ese momento, Aznar llamó personalmente a José María Michavila, Ana Palacio, Ana Pastor y Javier Arenas para darles la buena nueva. Según avanzaba la tarde, crecía la incertidumbre. Más de uno se tiraba de los pelos, varios temblaban de miedo cada vez que el teléfono sonaba y unos pocos pasaron horas y horas sin éxito esperando escuchar una voz de La Moncloa al otro lado del hilo. A las ocho y cinco minutos de la tarde, la Portavocía del Gobierno difundía un comunicado con los nombres definitivos. Así terminaban diez horas de tensión y nervios para sustituir a ocho ministros. El resto, ya se conoce. Aznar ponía fin a la jornada en su sillón presidencial con la mente despejada y una sonrisa en la boca. Seguramente, estaba pensando ya en la próxima sorpresa.