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ACCIDENTE AVIÓN

Ciudadanos y Gobierno sostienen la tensión en Ucrania

Por Jesús Espinosa Tiempo de lectura6 min
Internacional18-07-2014

El conflicto en el que hoy está sumido Ucrania y Rusia viene dado por la decisión del Gobierno ucraniano de no hacer caso al pueblo. El ex primer ministro ucraniano, Victor Yanukovich, quería acercar el país aún más a Rusia, pero con un "pequeño problema": la ciudadanía. El pueblo quería justamente lo contrario, acercar sus políticas a Europa. La chispa que desató el incendio fue la negativa de Yanukovich de firmar un Acuerdo de Asociación con la UE, pactando, sin embargo, con Putin, el Presidente Ruso.

En 2013 comenzaron unas protestas en Ucrania bajo el lema "Levántate Ucrania". Estas, iban contra la gestión de su presidente Victor Yanukóvich. La oposición, en noviembre de ese mismo año, convocó numerosas concentraciones por todo el país por la decisión del Gobierno de no firmar el Acuerdo de Asociación con la UE, reforzando en cambio sus relaciones con Rusia. La oposición y buena parte de la ciudadanía del país abogaban por lo contrario: acercarse a Europa. El día clave fue el 24 de noviembre: se llevó a cabo una gran manifestación en Kiev bajo la consigna "Ucrania es Europa". El país estaba hablando, y no decía precisamente lo que el Gobierno quería escuchar. Por eso, la UE mantuvo siempre abierta la opción de firmar el acuerdo, pero rechazaba la intención de Kiev; poner en marcha un diálogo a tres bandas con Rusia. Los primeros conflictos llegaron en Navidad. El 1 de diciembre decenas de miles de opositores al régimen que estaba adoptando el Gobierno tomaron la plaza de la Independencia pidiendo la dimisión de Yanukóvich y su Gobierno. Se trataba de la protesta más multitudinaria desde la 2004 en Ucrania. Tan solo 7 días después, la multitud bloquea el Barrio Gubernamental, y derriba una estatua de Lenin. El Gobierno, todavía haciendo oídos sordos, firmaría días después un acuerdo económico con Putin, el Presidente ruso, para una rebaja del precio del petróleo. Ucrania y Rusia seguían estrechando lazos pese a la negativa del pueblo. La indignación y el malestar se convertiría en una firme oposición política al crear la Unión Popular Maidán; partido formado por ciudadanos que exigían elecciones anticipadas y una reforma de la constitución. Ya en el 2014, la oposición sigue con las protestas, cada vez más atrevidas y con propuestas más violentas. Un ejemplo de ello fue, el 15 de enero, la llamada para bloquear el Parlamento ucraniano. Las protestas ya se han extendido a todo el país. El Gobierno, por otro lado, también alimentó esta radicalización del pueblo tras la aprobación de una serie de leyes muy represivas y claramente en contra de los manifestantes. Todavía en enero de ese mismo año la situación se cobra la primera víctima política: fue destituido de su cargo el alcalde de Kiex, Alexander Popov. A esto le siguió el Gobierno, que dimitió ante la insostenibilidad de lo que estaba ocurriendo. Tras este acto de huida de los Gobierno el Parlamento ucraniano derogó las leyes ‘mordaza’ y se aprobó una amnistía para los detenidos en las protestas que entró en Vigor el 17 de febrero. Cuando parecía un poco más estabilizada la situación, los efectivos antidisturbios ucranianos comenzaron la desalojar a la fuerza la plaza de la Independencia de Kiev, tomada por los manifestantes que querían que Ucrania se acercara a Europa y no a Rusia. El presidente Viktor Yanukovich anunció una operación antiterrorista en todo el territorio nacional para frenar de inmediato a los violentos. Había comenzado una guerra civil en toda regla. En ese momento el Gobierno cesa al jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas por negarse a acatar órdenes de ataque contra civiles, personificados en los manifestantes. Las primeras cifras de muertos fueron el 20 de febrero. Un choque entre policías y manifestantes dejó 21 fallecidos. Europa empieza a tomar cartas en el asunto, y anuncia sanciones a los responsable de la violencia en Ucrania. El Ministro del Interior ordenaba la entrega de armas de combate a la policía, mientras en los despachos, Yanukovich firmaba un acuerdo con los líderes de la oposición parlamentaria para la celebración de elecciones anticipadas. Días después todo da un giro tremendo, Yanukovich abandona la capital y en declaraciones en Ruso desde el Este del país, califica de ‘golpe de estado’ todo lo que está ocurriendo. Sin líder en Kiev, y la ciudad tomada por los manifestantes, se nombra como presidente en funciones a Alexandr Turchinov, mano derecha de la ex primer ministra Yulia Timoshenko, que ese mismo día salió del hospital de Kárkov donde se encontraba recluída tras decretar el Parlamento nacional su puesta en libertad. Timoshenko fue condenada en 2011 a 11 años de cárcel por ‘abuso del poder’. Aún en febrero, el ministro del Interior en funciones, Arsen Ávákov, anunciaba la disolución del cuerpo de policía antidisturbios empleado en la represión contra las protestas. Turchivoz asume el cargo de jefe de las Fuerzas Armadas y nacen las primeras rebeliones en zonas del este de Rusia; la primera fue Crimea. Ese mismo mes también se denuncia por parte del Gobierno en funciones ucraniano la intervención de Rusia en los asuntos internos del país, y en especial en Crimea. El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó la puesta en alerta de las unidades militares en el oeste y centro del país, haciendo alarde de su potencial armamentístico y verificando su disposición para el combate. Ucrania inmediatamente dio órdenes de búsqueda y captura del ex presidente huido Viktor Yanukovich que en ese momento se encontraba en paradero desconocido. Sin embargo el foco seguía puesto en Crimea, el 27 de febrero un grupo de 30 hombres armados entraron con fusiles y ametralladoras en el Parlamento de la región, tomándolo. En ese momento se designa un nuevo Gobierno en la región, próximo a Rusia, y que pedía un referéndum el 16 de Marzo. Además, Putin obtiene del Parlamento ruso el permiso para intervenir militarmente en Crimea, colocando estratégicamente instalaciones militantes, además de controlar las ucranianas. El 16 de marzo se llevó a cabo el referéndum sin incidentes, y bajo la atenta mirada de militares rusos desplegados en la región. Además, ese día Rusia hizo un cese en sus ataques a bases militares ucranianas hasta el 21 de marzo. Si realmente fue un proceso democrático, el resultado de esa votación fue devastadora: el 96,77% de los crimeos dijo ‘si’ a volver a formar parte de la Federación Rusa, ya con el 100% escrutado. Putin firmaría el documento por el que reconoce a Crimea como Estado soberano, y por tanto, con capacidad para tomar decisiones al margen de Kiev. Tanto Crimea como Sebastopol, lugar en el que Rusia tenía su flota del Mar Negro, pasaron a ser parte de la Federación Rusa. En Europa no se veía con buenos ojos que Rusia se anexionara un territorio ucraniano. La Asamblea General de la ONE aprobó una resolución en la que apoyaba la integridad territorial de Ucrania, señalando que el referéndum de Crimea no era válido, y pidiendo que se resuelva pacíficamente la situación. Sin embargo todo territorio que insinuaba que quería una separación de Ucrania, era apoyado por Rusia de forma política y militar. La OTAN tardó bastante pero al final acabaría reaccionando; anunció un despliegue de recursos militares por tierra, mar y aire por la crisis de Ucrania, y que ayudaría a ‘proteger al aliado’, defendiéndolo de cualquier amenaza. Además, aunque ya se habían producido numerosas conversaciones telefónicas entre Putin y Obama, Europa pedía a Rusia que fuera parte de la solución, y que no agravara más el problema. Y como oídos sordos, en abril Putin aprobada enmiendas a la legistación rusa para que los ciudadanos de las antiguas repúblicas soviéticas puedan adquirir la ciudadanía rusa. Es decir, la mirada puesta de otras regiones del este de ucrania, y con presencia de milicia prorusa.