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ETA anuncia nuevos atentados si PP y PSOE no frenan su alianza contra el terrorismo

Por Ana María RiazaTiempo de lectura2 min
España04-07-2002

Tachan las medidas de ilegalización del Gobierno de fascistas, pero lo cierto es que la banda armada ETA volvía a izar la pasada semana el estandarte de extorsión y violencia que ha caracterizado cada una de sus actuaciones desde su aparición en la década de los setenta.

"Soy miembro de ETA, estoy orgulloso de serlo y asumo todas las acciones pasadas, presentes y futuras de la organización". Así de rotundos se mostraban los tres presuntos miembros de la banda armada ETA acusados de asesinar al ex dirigente socialista, Ernest Llust, en noviembre de 2001, al ser interrogados por el fiscal Javier Balaguer, el pasado miércoles. Los acusados, Iñaki Krutxage, Liermi Armendariz y Fernando García Jodrá, presuntos miembros del comando Barcelona, y para los que el fiscal pide una condena total de 54 años de cárcel, reconocían la autoría del atentado que acabó con la vida del ex ministro de Sanidad socialista, no sin antes dejar claro que "mientras el PP y el PSOE se dediquen a firmar pactos cuya apuesta única sea el conflicto y la guerra, por parte de la organización armada tendrán su respuesta". Minutos después, y aún bajo el halo de esta amenaza de continuidad en sus actos, los procesados provocaban su expulsión de la sala cuando, al aparecer uno de los testigos, miembro de la brigada de información de la Policía Nacional, los terroristas se levantaban de sus asientos para golpear los cristales que les separan del resto de la sala, acusándole de haberlos torturado durante la toma de declaraciones. Por su parte, la banda armada ha reactivado ya la corriente de cartas que mantienen con diversos empresarios vascos, exigiendo el pago del denominado impuesto revolucionario. La novedad reside en la inclusión de un interés de demora de un cinco por ciento sobre la cantidad total a partir de la segunda carta. Por lo general, la banda envía una primera carta donde expone sus exigencias y las obligaciones económicas de la empresa para con la organización, fijando así una cantidad determinada de dinero de pago. La tercera carta incluye ya un mensaje intimidatorio donde la banda comunica que el empresario ha pasado a ser objetivo de ETA.