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LITERATURA

Muere Ana María Matute

Por Pedro Plasencia MartínezTiempo de lectura3 min
Cultura25-06-2014

La escritora española Ana María Matute Asenjo, autora de la aclamada trilogía de Los Mercaderes, ha fallecido esta semana a la edad de 88 años dejando como legado una última novela que posiblemente verá la luz en septiembre. La despedida de los restos de la artista se realizará en la capilla ardiente en el Tanatorio Les Corts de Barcelona.

De familia religiosa, burguesa y originaria de la capital catalana, Matute vivió y escribió en su juventud sobre el conflicto de la Guerra Civil desde una postura pesimista y surrealista, recurriendo a menudo a la evasión fantástica. La pobreza y las desgracias de las que fue testigo influyeron profundamente en la joven autora de 10 años, propiciando la creación de una narrativa centrada en el paso de la infancia a la madurez. Sus cuentos siempre apostaron por la crudeza y el realismo, alejándose de las fantasías edulcoradas más propias de la compañía Disney. Después de escribir su primera novela, Juanito, para sus hermanos pequeños en el año 36, Matute continuaría ofreciendo obras inteligentes y reflexivas que expresaron el dolor de una época. Con Los Abel (1948), Matute unió la historia bíblica de dos hermanos enfrentados con la realidad de una España dividida. Por otra parte, su siguiente obra Fiesta al Noroeste (1952), supuso una dura crítica al caciquismo imperante en aquellos años a través del ficticio pueblo de Artámila Baja, historia que le valió el Premio Café Gijón. En Pequeño Teatro (1954) y Los hijos muertos (1959) la escritora tomó a marginados y a delincuentes como protagonistas de sus narraciones poéticas consiguiendo nuevos premios en su carrera, estableciéndose como una moderna cuentacuentos del siglo XX. La trilogía de Los mercaderes y sus responsabilidades como lectora en las universidades de Indiana, Oklahoma y Boston la mantuvieron ocupada durante las siguientes décadas. Sin embargo, fuera del terreno profesional la fama no le aseguró una vida feliz precisamente, el matrimonio con Eugenio de Goicoechea resultó un fracaso sentimental que casi le costó la pérdida de su hijo. La depresión fue otro de los obstáculos a los que tuvo que enfrentarse Matute durante más de veinte años. Afortunadamente, su regreso en 1996 volvió a despertar simpatías y acercamientos por parte del público hacia el trabajo de la veterana fabuladora. Ese mismo año la escritora sería elegida como miembro de la Real Academia Española ocupando la vacante del sillón K. El nombramiento coincidiría con la publicación de Olvidado rey Gudú, una novela especial con tintes medievales que no tardaría en convertirse en una obra de culto seguida por una renovada legión de fans. Las recopilaciones de cuentos no tardaron en aparecer en las librerías rescatando el nombre de Ana María Matute. No obstante, el mayor homenaje llegaría en el 2010 gracias al galardón otorgado por el jurado del Premio Cervantes. El emotivo discurso que la escritora pronunció durante la ceremonia sigue siendo un buen recordatorio de su personalidad "San Juan dijo: 'el que no ama está muerto' y yo me atrevo a decir el que no inventa, no vive. La literatura ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas" proclamó la autora ante los presentes. No cabe duda de que la imaginación y la pasión fueron los principales guías en la vida de esta mujer que vivía entre dos mundos. Es a ella a quien hay que agradecer la incorporación de caballeros, brujos y hadas en la literatura castellana, y es que su escritura mágica ha alcanzado a autores actuales de éxito como Laura Gallego o Carlos Ruiz Zafón sin ir más lejos.