Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

La vacuna no llega y los tratamientos son excesivamente caros

Por Elena R. BenitoTiempo de lectura1 min
Sociedad07-07-2002

Veinte años después de que se descubriera el virus del sida, investigadores de todo el mundo siguen trabajando para conseguir una vacuna que frene su desarrollo. Como señala el informe de la organización de la Organización de las Naciones Unidas para el sida, la enfermedad se encuentra aún en una fase temprana, no ha alcanzado su techo natural.

La principal dificultad con la que se encuentran los científicos en la búsqueda del antídoto para esta epidemia es la gran capacidad de mutación del virus. Además, la época de grandes descubrimientos acerca del sida ha acabado y ahora las investigaciones discurren más lentamente. Los últimos avances parecen indicar que una vacuna realmente eficaz debe combinar dos tipos de respuestas al virus: una hormonal, que son los anticuerpos, y otra celular, que son los linfocitos T fitotóxicos. El problema para desarrollar la vacuna es que estas células duran muy poco. Diferentes compañías y diferentes laboratorios están tratando de diseñar nuevas vacunas, pero las que existen a nivel experimental no muestran grandes porcentajes de éxito, por lo que el reto sigue abierto. El proceso es lento, ya que después de diseñar la vacuna, esta tiene que ser probada tanto con animales como con seres humanos, en un proceso que tiene una duración no inferior a siete años. Otro frente abierto en esta guerra contra el sida es el tratamiento a los enfermos. Según el informe de ONUSIDA, durante el año 2001 estaban recibiendo tratamiento 730.000 personas en todo el mundo, 500.000 de las cuales viven en países ricos. Esta es una cifra muy pequeña comparada con los cuarenta millones de infectados que hay repartidos por todo el mundo. Reducir el precio de los medicamentos, para hacerlos accesibles a los enfermos más pobres es una de las necesidades más acuciantes. Las organizaciones que trabajan contra el sida exigen la implicación de los gobiernos y de los laboratorios farmacéuticos, que imponen precios excesivos y bloquean con sus patentes la posibilidad de desarrollar genéricos más accesibles.