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Debate sobre el Estado de la Nación 2014

La creación de empleo marcará el "quehacer del Gobierno"

Por Andrea Muñoz MartínTiempo de lectura3 min
España26-02-2014

España ya no está al borde del abismo. Con esta idea comenzó la primera comparecencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el debate sobre el estado de la nación. Con la misma agilidad que utilizó para enunciar titulares informativos que hablaban de la recuperación del país en varios periódicos europeos, el líder del Partido Popular aseguró que la creación de empleo vertebra el "quehacer del Gobierno".

La economía y el desempleo han sido los ejes en torno a los cuales han girado la mayoría de los discursos de los grupos parlamentarios –los dos asuntos que, según el barómetro del CIS, más preocupan a la sociedad española-. Rajoy aprovechó para anunciar una reforma en las cuotas de las cotizaciones a la Seguridad Social para los empresarios que creen contratos indefinidos. En materia fiscal, aludió a una nueva reforma que se llevará a cabo a finales del próximo mes y que entrará en vigor a partir del 2015. Uno de los datos adelantados por el presidente fue el cambio en el IRPF, impuesto que se verán exentos de pagar aquellos trabajadores que ganen menos de 12.000 euros al año. Rajoy, que insistió repetidas veces en que el esfuerzo de los españoles y las políticas del Gobierno ya comenzaban a dar sus frutos, dejó muy claro el objetivo para la segunda mitad de la legislatura: la bajada del paro. Una intención ante la que la oposición en general, y el partido socialista en particular, se mostró bastante escéptica. El líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba calificó la actuación del Gobierno popular en España como “cruel” y acusó al Rajoy de aprovechar la crisis como coartada “para hacer lo que la derecha siempre ha querido hacer”. En un discurso centrado en el ámbito social, Rubalcaba sacó a relucir temas como los recortes en ayudas sociales, la sanidad o la inmigración: “Las imágenes de Ceuta no son defendibles”, le espetó al presidente. Algunas de las leyes más polémicas aprobadas por el Ejecutivo, como la ley del aborto o la reforma de la ley de educación, apenas fueron comentadas. Dejando de lado la economía, Cataluña fue otro de los asuntos más tratados. El presidente del Gobierno mantuvo su postura habitual ante la independencia y el referéndum soberanista que ha sido propuesto para el próximo 9 de noviembre. Sin embargo, esta vez dejó la puerta un poco más abierta: “La Constitución se puede reformar pero conviene ser prudente y saber qué es lo que se quiere hacer y las posibilidades de consenso, además de definir a dónde se quiere ir”. Así contestó cuando el representante de Esquerra Republicana, Alfred Bosch, le advirtió de que un día se despertaría en una república catalana. El presidente mostró la misma firmeza ante las reivindicaciones sobre los presos de ETA llevadas a cabo por Amaiur. “Como todos los vascos y todos los españoles, estamos esperando que se produzca el anuncio de ETA de que deja de existir como organización terrorista”, sostuvo, al tiempo que dejó claro que no iba a negociar con la banda terrorista a cambio de su disolución definitiva. “No vamos a permitir que los terroristas y los que les han ayudado escriban la historia de lo que ha ocurrido. Los jueces deben mantener bien cerradas las puertas de las cárceles hasta que los condenados cumplan sus penas con arreglo a la ley”, sentenció más tarde el portavoz del Partido Popular, Alfonso Alonso. Así pues, centrado en la apertura de una nueva etapa y arropado por su partido –que ofreció una imagen cohesionada, muy distinta a la del debate sobre el estado de la nación del año pasado-, Rajoy ha aprovechado para mandar un mensaje de optimismo sustentado en un abanico de reformas de las que, sin embargo, todavía no se conocen los detalles. Sin el respaldo de la oposición, el líder popular vaticina un escenario para España “lleno de confianza” en el que los ciudadanos podrán volver a “escoger su futuro”.