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CINE

Woody Allen vuelve a la gran pantalla con 'Blue Jasmine'

Por Cristina González BoyarizoTiempo de lectura2 min
Espectáculos06-11-2013

Un hombre nacido en Nueva York, un amante del arte y el cine, el director de películas tan consideradas y afamadas como Match point, Vicky, Cristina, Barcelona o Scoop regresa a la gran pantalla tras algunos años en la sombra con una nueva película que promete ser un gran éxito de ventas, una historia sobre cierta mujer rica, acostumbrada a vivir en la gran ciudad rodeada de lujos y comodidades, un marido que se deja seducir por los encantos del juego financiero, un engaño, un divorcio y un giro de ciento ochenta grados para la vida que tan placentera le había parecido siempre, topar con la realidad de bruces y ser responsable de sus actos al menos por una vez.

Esta cinta demostrará al público los dos enormes protagonistas con los que cuenta. De un lado, la gran actriz, Cate Blanchett, que demuestra su maestría encarnando a una millonaria venida a más y al momento siguiente a una mujer resignada consciente de su reducción a la nada, la versatilidad es obvia. Del otro, Alec Baldwin, norteamericano que, movido por los hilos de Allen luce todo su potencial. Este es un argumento polémico donde los haya, más viniendo de Allen, un director tan aficionado a la comedia que, si bien nunca fue intrascendente en la forma de tratarse, tocaba temas más desenfadados que los que pretende abarcar con este filme. Aquí los gags de humor están contados, lo predominante es el drama, salpicado incluso por algunas características reconocibles de Tennessee Williams en su mítica cinta Un tranvía llamado deseo. La de Jasmine es una trama eminentemente femenina de un creador de argumentos para ellas en su mayoría, “Me gusta escribir para mujeres, no entiendo bien porqué, quizá mi genética sepa explicarlo mejor que yo. En mi trayectoria profesional hay muchas chicas, pero un único director, a fin de cuentas todo sabe a mí”. Sea como fuere, un excelente contador de historias que, a través de la sencillez, tocan la sensibilidad del espectador. La vuelta de Allen a la gran pantalla supone, en gran parte, un revulsivo para su género, hasta el momento tan difícil de encuadrar, pero nunca tan existencialista como ahora. Se ve una temática actual, atemporal, que incluso podría encajarse perfectamente dentro de la sociedad española, con su crisis, su superficialidad y su alta dosis de corrupción. No obstante, las apariencias engañan y él desmiente cualquier comparación con el mundo de hoy: “La realidad no es interesante para construir un tema, para inspirarme en la actualidad habría elegido a la clase media, cuyas perdidos son más graves que las de un miembro de la jet set que, de pronto, lo pierde todo y se convierte en un pobre más”. El cine de Woody Allen queda débilmente fragmentado en etapas. Al principio su empeño se basaba en hacer disfrutar la audiencia del poder de la ironía bien encaminada, dando hincapié en las complejas y apasionantes divergencias entre el mundo masculino y el femenino, como si escribiera el libro Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus Seguidamente pasó a repasar los largometrajes más nostálgicos, recurriendo incluso al blanco y negro para terminar produciendo algunas comedias románticas que le permitieron explorar le género desde su peculiar punto de vista. Considerado como el cineasta más teatral de la última mitad del siglo XX y lo que va del XXI, con su carácter de artista tan extravagante para unos, encantador para otros, pero en ningún caso indiferente, Voody Allen vuelve a estar en su salsa con la salida a la luz de su película número 48, y habrá más, sobre sus proyectos de futuro ha declarado: "No pienso jubilarme, el trabajo es la vida, incluso si visitas un asilo, verás que todo el mundo allí está haciendo algo".