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MÚSICA

La música española, presente en México

Por Luis Suárez RuedaTiempo de lectura2 min
Espectáculos01-05-2002

Jarabe de Palo, Miguel Ríos y Plácido Domingo han sido los artistas encargados de representar la música española al otro lado del charco en la última edición del Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México. Este evento está clasificado como uno de los más importantes de la música hispanoamericana.

Todavía con la resaca de casi todo un mes de festivales, la ciudad de México despidió el pasado 28 de abril la edición más española del Festival del Centro Histórico. Por sus escenarios han pasado artistas de numerosos lugares del mundo, de los que destacan los tres españoles -Jarabe de Palo, Miguel Ríos y Plácido Domingo- que acercaron su arte a la plaza de la Constitución de la ciudad de México, conocida como El Zócalo. Precisamente en esa inmensa plaza, el público asistente tuvo la oportunidad de disfrutar de la zarzuela que exportó Plácido Domingo para el espectáculo Viva la zarzuela. Asimismo, Víctor Ullate llevó el Ballet de la Comunidad de Madrid para completar la jornada. El toque rockero por parte de España llegó de la mano de Miguel Ríos quien consiguió hacer botar a El Zócalo durante la noche del pasado 23 de abril. El cantante granadino contó con un patio de 100.000 espectadores, según la organización, que vibró con canciones como Sábado a la noche y unificó su voz en los compases del Himno a la alegría y Santa Lucía. La actuación de Ríos contó con tres bises al final que aún parecieron insuficientes al público mexicano. Pau Donés y su banda, Jarabe de Palo, ofrecieron un concierto más modesto el día 25 de abril, en el que interpretaron sus temas más conocidos para el público cada vez más numeroso con que cuentan en México. El Festival del Centro Histórico de la ciudad de México ha querido llegar a todos los estilos posibles de música con denominación de origen, de lo que destaca indudablemente la copia del berlinés que, según algunos amantes de la música dance, no ha tenido nada que envidiar a la famosa fiesta primaveral en la que la música acompaña al tumulto por las calles de la ciudad.