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INVESTIGACIÓN

Dejar de fumar beneficia económicamente a la sociedad

Por Amada MaxwellTiempo de lectura4 min
Sociedad10-10-2011

Recientemente salió a la luz un articulo publicado por The Lancet en el que se analiza el impacto verdadero de la reducción del consumo de tabaco en el mundo. Los autores del artículo, Stanton Glatz y Mariaelena González, de la Universidad de California, apuntan a que dejar de fumar beneficia económicamente a la sociedad.

El tabaco nació en Sudamérica, en la zona andina entre Perú y Ecuador y los primeros cultivos tuvieron lugar entre cinco mil y tres mil años a.C. El tabaco lleva siendo parte del día a día desde que tenemos uso de razón. Hoy su olor impregna bares, calles y plazas españolas; su aroma se ha convertido hasta familiar y agradable. Ser fumador dejó de sorprender hace mucho tiempo, y ya son cada día más jóvenes los que se inician en este rito. Llevan informando sobre los perjuicios del tabaco desde hace décadas, cada año se lee la enorme cifra de muertes a causa del tabaco; sin embargo, entre el 35 y el 40 por ciento de la población española sigue fumando. Más de 50.000 personas mueren al año en España por el consumo de tabaco. Existe en el mundo una lucha ardua contra el tabaco, responsable de aproximadamente una sexta parte de las enfermedades no transmisibles, como el cáncer y las trastornos cardiacos o pulmonares. Pese a ello, y tal como acaban de criticar expertos estadounidenses, todavía hay voces que esgrimen que los beneficios de las restricciones del tabaco tardan décadas en dejarse notar y, lo que es peor, aún que los beneficios económicos que aporta son mayores que el ahorro en gasto sanitario. Todos conocen que el tabaco mata, que produce enfermedades y que, como insiste el artículo, "la reducción de su uso disminuye su frecuencia, retrasa su aparición y reduce los costes de salud asociados a los tratamientos". Sin embargo, existen aquellos que respaldan que estos beneficios se supone que tardan décadas en materializarse, porque cuesta tiempo observar los efectos en los jóvenes, así como en la enfermedad cardiaca, pulmonar o en el desarrollo de tumores. Como resultado, la percepción a corto plazo de los beneficios económicos que acarrea todo lo que rodea al tabaco, a menudo domina la formulación de las políticas. No podrían estar más equivocados, afirman los expertos estadounidenses. Las evidencias científicas acumuladas desde el año 2000 constatan que la reducción en "las enfermedades no transmisibles y los costes asociadas a ellas se producen de forma rápida. Así, por ejemplo, el riesgo de infarto disminuye rápidamente con el abandono del cigarrillo y esta probabilidad sigue reduciéndose conforme transcurre el primer año de abandono del hábito". A los cinco, el riesgo de un ex fumador es el mismo que el que tiene una persona que nunca ha fumado. Los científicos estadounidenses insisten también en que, además de "la disminución de los fallecimientos por culpa del corazón, en California las medidas restrictivas lograron una reducción en la incidencia de cáncer de pulmón a los dos años de su introducción. A los 10 años, los nuevos casos fueron un 14 por ciento menos de los predecibles". En cuanto a los costes, los programas de control de California "supusieron 14.000 millones de dólares (cerca de 13.900 millones de euros) durante sus primeros 15 años, pero se ahorraron 86.000 millones de dólares (unos 84.000 millones de euros) en costes directos sobre la salud, lo que supuso ganar 61 veces más de lo invertido". Rodrigo Córdoba, miembro del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT), ratifica que "nuestros datos, a partir de 2005, cuando han entrado en vigor la normativa antitabaco son similares al de resto de países. Tenemos un 10 por ciento menos de infartos. Pero lo más relevante es que solo las enfermedades asociadas al tabaco representan el 15 por ciento del gasto sanitario". Es más, el Informe del CNPT de 2010 recalca que "la cifra estimada del gasto sanitario directo por cinco enfermedades (asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, patología cardiaca, cerebrovascular y cáncer de pulmón) es de 7.695,29 millones de euros anuales. En total, si se suman los costes económicos del tabaquismo en el lugar de trabajo y los coste sanitarios, la factura global del tabaco asciende, siendo conservadores a un total de 16.475 millones de euros anuales. Lo cual no incluye costes por tabaquismo pasivo y por otras 20 enfermedades relacionadas con su uso". Y aun no se ha llegado al coste diario que supone el tabaco para un fumador corriente. Con la subida de precio por cajeta de veinte cigarrillos, otra vez, está más que claro que los cincuenta euros aproximados que se gasta un fumador a la semana en cuanto deja de fumar pueden ser reinvertidos en otros sectores públicos como telefonía, viajes, revistas. Es dinero que se invierte en la sociedad, alimenta la economía, y en tiempos de crisis esto es más que necesario. Un estudio realizado en Bangladesh destapó que si la gente reasignara el 69 por ciento de su gasto habitual de tabaco en alimentos, 10,5 millones de habitantes menos dejarían de estar desnutridos y las muertes diarias de niños malnutridos podría reducirse a la mitad. Si ya no es iniciativa suficiente la propia salud, incluso la crisis actual que está dejando a tantos sin hogar y trabajo, ojalá ayudar al prójimo lo sea. Porque todos siempre hablan de los fondos invertidos en guerras innecesarias que podrían ser destinados a acabar con la pobreza, pero no se quieren dar cuenta de que con algo tan simple como dejar de fumar se puede ahorrar un dinero que siempre tendrá mejor inversión.