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EGIPTO

Decenas de egipcios pierden la vida en el “Viernes de la Ira”

Por Amada Maxwell/LaSemana.esTiempo de lectura3 min
Internacional28-01-2011

El Viernes de la Ira deja decenas de muertos y centenares de heridos en las principales ciudades de Egipto. Pese al toque de queda declarado en todo el país, miles de manifestantes salieron a las calles de El Cairo, Alejandría y Suez, ignorando el dictamen emitido por el jefe del Estado, Hosni Mubarak.

Durante gran parte de la tarde del viernes, miles de manifestantes egipcios, cansados de 30 años de régimen de Hosni Mubarak, protagonizaron intensos enfrentamientos con la policía. El presidente egipcio tiene una posición especial entre los líderes del mundo árabe: el dirigente de 82 años gobierna el país árabe más poblado del mundo desde hace 30 años y tiene al mismo tiempo relaciones diplomáticas con Estados Unidos e Israel. La presencia del Ejército en las calles no ha impedido que se hayan incendiado comisarías y edificios del Estado y que se hayan producido choques continuos con las fuerzas de la autoridad. Una fuerte represión policial trató de hacer frente a las fuertes protestas cuyos participantes alzaban pancartas contra Hosni Mubarak que pedían: "Paz, libertad y derechos humanos". Los primeros enfrentamientos en El Cairo tuvieron lugar en el barrio de Guiza, junto a una mezquita, donde El Baradei se concentraba con 2.000 personas más. Tras retener al Premio Nobel a lo largo de varias horas, el opositor fue puesto bajo arresto domiciliario. A media tarde del viernes, los manifestantes se congregaron frente al Palacio Presidencial. A última hora, la policía irrumpió en la sede de Al Jazeera en la capital para contener a los medios de comunicación. Asimismo, el Gobierno intentó frenar estas manifestaciones restringiendo los teléfonos móviles e internet. Desde las 00.00 horas de este viernes, internet dejó de funcionar y si se llama a una de las compañías que presta su servicio, se escucha un mensaje telefónico grabado en el que se anuncia que "Egipto no disfrutará de internet este viernes". El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, aseguró en la primera intervención desde que comenzaron las manifestaciones en el país que él siempre ha estado "muy cerca de las peticiones de la gente" y que respeta lo que "las manifestaciones estaban pidiendo". Asimismo, pidió a los egipcios que no se dejen llevan por malos ejemplos porque "hay una fina línea entre la libertad y el caos”. La revolución rosa en Yemen En las marchas masivas vividas esta semana en varios puntos de la capital, Saná, el rosa era el color mayoritario con la excepción del rojo, blanco y negro de la bandera yemení. Se intenta simbolizar el carácter pacífico de las protestas y, por otro, se destaca así el nivel de las marchas, por el momento de potencia intermedia. Según la Asamblea Conjunta de Partidos, cuya idea fue la manifestación, el color rosa corresponde a una escala con la que pretenden mostrar la intensidad de la protesta. Las protestas comenzaron con la condena del proyecto de ley lanzado por el grupo parlamentario del presidente para modificar la Constitución y así Saleh se instale en el cargo, en el que lleva 32 años. La oposición denuncia los intentos del dictador para entregar en herencia el cargo a su hijo Ahmad, responsable de la Guardia Presidencial, siguiendo una tendencia muy extendida en la zona: el libio Muamar Gadafi y el egipcio Hosni Mubarak preparaban el mismo tipo de sucesión. En la última fase de las manifestaciones el color que las teñirá será el rojo. Las protestas congregaron a 10.000 personas sólo en la capital e intentan desestabilizar un régimen aliado con Estados Unidos y pro-occidental que mantiene a su población oprimida e inmersa en la pobreza. El 35 por ciento de la población esté en paro y más del 40 por ciento de la población yemení sobrevive con menos de dos dólares al día. A esto se le suman la rebelión de los huthis y la lucha del régimen por combatirla, el movimiento separatista del sur y la creciente influencia de Al Qaeda. Su rama regional, Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), tienen en Yemen uno de sus principales socios regionales y el país es considerado por los expertos fértil para el extremismo dada precisamente la precariedad económica y la injusticia del régimen.