Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

TEATRO

La Unión de Actores rinde homenaje a Adolfo Marsillach

Por Eliane Hernández MontejoTiempo de lectura2 min
Cultura05-03-2002

La Unión de Actores concedió el premio especial Toda una vida, a título póstumo, a Adolfo Marsillach. Este galardón está dedicado a reconocer la trayectoria profesional de un intérprete. La también actriz y directora Mercedes Lezcano, viuda de Adolfo Marsillach, fue la encargada de recoger el premio.

Marsillach dejó escrito en Tan lejos, tan cerca, su libro de memorias, que él, a pesar de sus diversas ocupaciones, siempre sería actor. "Tengo muchas pesadillas, y entre ellas, tal vez la peor es una que se repite con frecuencia y en la que me veo en un escenario representando una obra de la que no sé el texto. Es un sueño muy normal entre los actores. Pero parece raro que aún me asalte a mí, que desde hace ya tantos años no me subo a un escenario. Tal vez yo siga siendo actor a pesar mío". Y es que su vida siempre estuvo unida al teatro. Nació en Barcelona en 1928 en una familia de periodistas y críticos teatrales, y con 17 años comenzó a trabajar como actor entrando a formar parte del cuadro escénico de Radio Barcelona. Dos años más tarde, en 1947, se unió a la compañía de Ramón Martori y en ella debutó con la obra Vacaciones. En 1950, Adolfo Marsillach debuta en uno de los papeles de En la ardiente oscuridad, de Buero Vallejo, como parte del grupo de actores del teatro María Guerrero, de Madrid. Desde ese año, y hasta 1961 trabajará alternativamente en el María Guerrero y El Español, consagrándose así como actor teatral. Marsillach destacó también como director teatral con obras como: Marat-Sade, Sócrates o Tartufo, Yo me bajo en la próxima... ¿y usted?, y La Celestina. En 1978 fundó el Centro Dramático Nacional. Y en 1985 asumió la dirección de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, cuyo primer montaje fue El médico de su honra de Calderón de la Barca. Mientras que el último montaje que realizó como director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico fue El vergonzoso en palacio de Tirso de Molina, en 1989. Ese mismo año era nombrado por el Consejo de Ministros director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM). Cargo que ocuparía hasta 1990. El premio Toda una vida que le ha concedido la Unión de Actores es el último que reconoce una larga trayectoria en la que su trabajo fue destacado en numerosas ocasiones.