Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

RALLY DAKAR

Sainz, el eterno desafortunado

Por LaSemana.esTiempo de lectura3 min
Deportes17-01-2010

Carlos Sainz encontró en el Rally Dakar la justicia a una brillante carrera deportiva marcada por el infortunio. De 1981 a 1983 fue campeón de España de las copas Seat Panda y Renault 5, en circuitos. Posteriormente daría el salto a los rallies, donde fue campeón del mundo en dos ocasiones. Después de 15 temporadas en el Mundial y de dar a conocer la especialidad al gran público en España, el madrileño se retiró para intentar conquistar el Dakar. Después de varios intentos frustrados, al fin logró su objetivo.

Su estreno como piloto fue al volante de un Opel Manta, pero su primer logro vino con dos subcampeonatos consecutivos, en 1985 y 1986, con un Renault 5. Los dos siguientes años subiría a lo más alto del cajón, por partida doble, con un Ford Sierra, con el mismo que empezaría su andadura en el campeonato mundial de rallies, en 1989, con un décimo lugar. Entonces empezó el momento cumbre de su carrera, en la que le acompañó su inseparable copiloto Luis Moya. Con el gallego compartió tres temporadas gloriosas, en las que ganó los Mundiales de 1990 y 1992, además de un subcampeonato, en 1991, con un Toyota Celica. Durante casi 15 años de unión casi inseparable con el copiloto gallego, hasta 2002, Sainz y Moya tuvieron tiempo compartir glorias y sinsabores en cuatro equipos distintos: Toyota, a la que volvieron en 1998 durante dos temporadas; Ford, primero con un Ford Escort en 1996 y 1997 y luego con un Ford Focus de 2000 a 2002. Además, en 1993 compitió con un Lancia Delta en declive, y los dos años siguientes lo hizo con un Subaru Impreza. Pese a sus éxitos Sainz es, sin duda, tanto más recordado por sus desgracias. Una tras otra le privaron de conseguir su tercer campeonato. Una lesión de hombro le impidió optar al título en Nueva Zelanda, en 1994. Tres años más tarde, en el mismo rally, averió su coche al arrollar a una oveja y tuvo que conformarse con ser subcampeón. Pero el peor de los infortunios vino en el rally de Inglaterra de 1998, cuando rompió el motor de su Toyota Corolla a 250 metros de la meta, cuando tenía en la mano el título: la desesperación de Moya al gritar a Sainz: “¡Trata de arrancarlo!” es, posiblemnete, el capítulo más recordado de su carrera. Sin embargo, lejos de abandonar, Sainz aceptó rebajar su sueldo y separarse de Moya para compartir habitáculo en 2003 y 2004, en Citroën, con Marc Martí. Con el ex copiloto del cántabro Jesús Puras, el madrileño aún sumó dos victorias, para un total de 26 –más que ninguno otro hasta la llegada de Sébastien Loeb–, además de un tercer y un cuarto puesto absolutos. Al Mundial de rallies regresaría en 2005 para disputar dos pruebas en sustitución de Françoise Duval. Pero en 2006 se centró ya de lleno en los raids. Ese año debutó en el Dakar con un undécimo puesto tras quedarse atrapado en una duna del desierto mauritano. Un año más tarde tuvo mejores sensaciones y terminó en novena posición, aún lejos del cajón, pero con más regularidad, mientras que en 2008 su progresión se vio cortada por la suspensión de la prueba. En 2009 ya acarició el título, y en esta ocasión nada falló y al volante de su Race Tuareg 2 y con su nuevo copiloto, el español Lucas Cruz, Sainz, a sus 48 años, ha conseguido uno de los triunfos más importantes de su carrera, conquistando un hito que le faltaba al deporte español e inscribiendo su nombre en la larga lista de ilustres con los que cuenta la prueba. El Real Madrid, su gran pasión Al margen del mundo de los rallies, Sainz siempre ha estado muy ligado al deporte. En Madrid, posee un circuito de karts que lleva su nombre. Además, desde muy pequeño fue un gran amante del squash, disciplina en la que incluso llegó a proclamarse Campeón de España con 16 años, en 1980 y 1981. Cursó dos años de la carrera de Derecho antes de introducirse de lleno en el mundo del motor. Pero otra de las pasiones de Sainz ha sido siempre el fútbol, y más concretamente el Real Madrid. De hecho, tras la renuncia de Florentino Pérez a la presidencia, el piloto se presentó a las elecciones para dirigir el club, como vicepresidente del empresario Juan Miguel Villar Mir. Pese a partir como favorito en todas las quinielas, finalmente Ramón Calderón resultó el vencedor en unas elecciones marcadas por la polémica del voto por correo.