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UNIÓN EUROPEA

El Tratado de Lisboa supera el examen final checo

Por Miguel MartorellTiempo de lectura2 min
Internacional03-11-2009

El momento histórico que vive la Unión Europea con la aprobación del Tratado Lisboa -sucesor de la malograda Constitución- ha quedado empañado con las vicisitudes del proceso de aprobación. En cualquier caso, la aprobación por parte de la República Checa da luz verde a un texto que deberá comenzar a aplicarse bajo la Presidencia española de la Unión.

Antes de firmar el Tratado de Lisboa, el presidente checo ha conseguido que los jefes de Estado y de Gobierno de la UE concedan a su país un estatus especial, el mismo que hoy por hoy ostentan Reino Unido y Polonia. Por el mismo, la Carta de Derechos Fundamentales que figura en el Tratado no entrará en vigor en la República Checa, exigencia de Klaus para evitar posibles reclamaciones de bienes o tierras de los alemanes expulsados tras la II Guerra Mundial. Además, el Tratado de Lisboa ha debido superar el visto bueno del Tribunal Constitucional checo, al que Klaus había recurrido considerando que con el texto la República Checa dejaría de ser "un Estado soberano". Una vez considerado compatible con la Constitución checa, el texto que dota de una arquitectura institucional a la UE entrará en vigor el próximo 1 de diciembre, por lo que corresponderá a la Presidencia española dar los primeros pasos en su desarrollo. Para llegar hasta su entrado en vigor, el texto ha pasado todo tipo de vicisitudes. El Tratado de Lisboa no es otra cosa que una revisión de la Constitución Europea que empezó a fraguarse en 2002 y que fue rechazada en referéndum por Francia y Holanda en 2005. Tras la crisis institucional abierta, el Tratado de Lisboa, que comenzó su proceso de ratificación en 2007 en Hungría, tropezó con dos referéndums en Irlanda y las reservas de Polonia y la República Checa. "Tras un largo viaje, el Tratado de Lisboa ha llegado a la meta", ha subrayado el presidente de turno sueco, Fredrik Reinfeldt, para destacar el hecho histórico de una aprobación que ha costado siete años de trabajo y negociaciones. Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE han expresado su alegría por la entrada en vigor del Tratado, especialmente por el hecho de que ahora podrán centrarse "en los problemas vitales" de la Unión. Especial alegría en el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que, como ha destacado, "propuso este tratado y no ha escatimado ningún esfuerzo, con Alemania, para conseguir esta culminación". Por otro lado, la aprobación del Tratado posibilita el inicio de las negociaciones para nombrar los dos principales cargos de la UE: un presidente estable para el Consejo Europeo y el del Alto Representante para la Política Exterior y vicepresidente de la Comisión.