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TOROS

José Tomás corta cinco orejas en su encerrona de Barcelona

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Espectáculos05-07-2009

Ahí está la foto. José Tomás, el torero del momento, sale a hombros de la Monumental de Barcelona, capital del antitaurinismo español. En la imagen toman protagonismo las franjas rojas y amarillas de la bandera... ¡catalana! Seguro que los muchos aficionados de ese rincón de la piel de toro están más orgullosos que nunca después del hito marcado el 5 de julio.

Sin embargo, como dicen en el Telediario que dicen los entendidos, "no ha sido una de sus mejores tardes". Y eso que el madrileño escogió el ganado a conciencia -aunque luego los toros le salieron rana-. Aún así, la esperada tarde del 5 de julio tuvo todos los ingredientes de las corridas en las que participa el cada vez más mitificado José Tomás: predisposición de torero y público para el triunfo, arrimones, cites puros, cites enmarañados, algún que otro revolcón, lances para hacer carteles con ellos y, como ésta era una corrida en solitiaro, hasta tiró del repertorio atípico del toreo de rodillas. Los revisteros que antaño hicieron crónicas de encerronas históricas de otros números uno dicen que para reseñar una tarde así hay que hacerlo en conjunto. Sin embargo, para quienes no pudieron pagar 6.000 euros por presenciarlo en la Monumental de la Ciudad Condal, aquí quedan los goles. El primero fue un blando ejemplar de Núñez del Cuvillo con el que Tomás tuvo que hacer de enfermero y al que mató a la segunda. La primera oreja de la tarde llegó tras caer el segundo, de El Pilar, complicado y mansote, ante el que el torero demostró sus quilates. Con el tercero el de Galapagar se aseguró la puerta grande: le cortó una oreja tras una vistosa y emocionante lidia con voltereta incluida. Éso sí, con éste tampoco anduvo fino el espada con la tizona. Otro de El Pilar saltó en cuarto lugar al albero y con él llegó el delirio del respetable al que mató mejor, le midió el espacio y le endilgó alguna buena tanda con la diestra. Le desorejó. Dicen que no hay quinto malo y el de Victoriano del Río pero llegó sin mucho fuelle a una faena en la que el matador le perdió la cara y la cosa acabó con voltereta. Tras dos avisos cortó una oreja. Y, para terminar, salió otro de Núñez del Cuvillo, con el que destacó en su labor capotera. Tampoco acertó en la suerte suprema, pero la salida en hombros ya estaba ganada.