GOLF
Glover ¬se bautiza¬ en el Abierto de EE.UU.
Por Javier Muñoz2 min
Deportes22-06-2009
Nadie contaba con este peculiar golfista. Jamás se había hecho con un grande. De hecho, su mejor actuación fue la victoria en el modesto Funai Classic del 2005. Pero Lucas Glover saltó a la fama en tan solo veinticuatro horas y se metió en el bolsillo un cheque valorado en 1,35 millones de dólares al ganar el Abierto de Estados Unidos. El hombre que salta al campo sin guante sorprendió a todos y dejó su nombre entre la elite mundial.
Si hubo un protagonista en la primera jornada del campeonato, ése fue sin duda Mike Weir. El zurdo canadiense deslumbró con los hierros largos y ofreció una verdadera clase magistral de pateo. Se vio beneficiado por la meteorología y logró marchar siempre por delante de sus más inmediatos perseguidores: Peter Hansson y Todd Hamilton consecutivamente. En la otra cara de la moneda, los españoles no cuajaron un buen inicio de campeonato. Sergio García fue el mejor, completando la primera vuelta al par, pero ningún otro español logró estar a la altura del campo. Misteriosamente, en el segundo día del circuito dos hombres sobre quienes nadie hablaba consiguieron llevarse toda la atención por parte de los medios de comunicación: Lucas Glover y Ricky Barnes. Ambos, hijos de antiguos jugadores de la NFL, demostraron que corre sangre de deportista por sus venas. El primero se mostró confiado y sólido en cada hoyo. Cada golpe se convirtió en una verdadera exhibición y no tardó en ganarse a la afición. El segundo, cuyo padre fue jugador del equipo más prestigioso y emblemático de la liga de fútbol americano, los New England Patriots, cosechó una magnífica racha de putts ganadores y anuló el juego del vencedor del primer día, Mike Weir. De los españoles, de nuevo fue el joven castellonense el único que paso el corte, alimentando el fuego de la esperanza rojigualda. En el penúltimo día del torneo, los dos norteamericanos, Glover y Barnes, continuaron con su particular proeza al finalizar en primera y segunda posición respectivamente. Parecía que les faltaba brillo a las grandes estrellas del siglo XXI. Aun así, iban a vender muy cara su derrota. Tiger Woods embocó siete birdies, haciendo gala de su maestría con el palo, mientras que Phil Mickelson inició una espectacular remontada situándose con un total de 278 golpes, a dos del líder steleer. García, intermitente durante toda la mañana, terminó con un total de 282 golpes, dos por encima del par del campo. Todos indicaba que si Lucas mantenía el mismo nivel durante las últimas veinticuatro horas se iba a llevar el ansiado trofeo. Y así fue. Increíble pero cierto. Un misterioso desconocido, tras una particular pelea con Mickelson, levantó el premio final mientras Woods observaba que sus opciones a revalidar el trono desaparecían con la caída del sol. Barnes tiró por la borda sus opciones al título al acabar con una tarjeta de +6, y Sergio García se despidió del campeonato en décimo lugar, culpándose así mismo por problemas de falta de confianza.