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RUGBY

La generación ‘de oro’ del rugby irlandés

Por Javier MuñozTiempo de lectura2 min
Deportes22-03-2009

“In BOD we trust”. Así reza la famosa canción irlandesa dedicada a su capitán, Brian O’Driscoll. El polivalente jugador ha sido el gran referente Irish durante los últimos años. Equiparable al Raúl del fútbol español, es el máximo anotador de la historia de Irlanda y se le considera, junto a Johnny Wilkinson, el rey del rugby en el hemisferio Norte. Él ha sido el líder espiritual de una de las mejores generaciones de la historia del rugby irlandés, que al fin ha conseguido el soñado premio de ganar el Seis Naciones.

O´Driscoll, el gran capitán, viste la camiseta de su nación con orgullo y jamás abandona su escudo. Ha pasado por éxitos y penurias, pero, lo que es más importante, siempre ha estado ahí. En cada encuentro ha sido siempre el primero en pisar el campo de batalla y el último en abandonarlo. Es el líder de una generación bañada en oro que nunca se ha rendido y ha acabado consiguiendo su objetivo. Pero no sólo el capitán es importante en un ejército. A su cargo hay hombres con una calidad inigualable, comenzando por la delantera. Ahí, de entre los hombres rudos, Paul O’Conell es el motor principal. Considerado por muchos el mejor segunda línea del mundo, aporta una mezcla explosiva de garra y calidad en el terreno de juego. Es gran saltador de touches y firme en la melé. La siguiente pieza fundamental, la compone el jugador más bajo del equipo, Meter Stringer. Es un nueve puro. Un caballero irlandés de calidad contrastada que apenas mide metro setenta, rellenados con setenta kilos de peso. Siempre mantiene la calma y administra el tiempo a la perfección. Sin duda, el cerebro del XV del trébol. En la línea de tres cuartos, hay otra persona que marca la diferencia. Principal responsable del reciente título de Seis Naciones, del Grand Slam y de la Triple Corona consecutivamente, Ronan O’Gara posee un pie derecho de importancia vital. Y es que, a pesar de sus lagunas defensivas, su eficacia en el lanzamiento a palos le convierte en uno de los mejores aperturas del hemisferio Norte, codeándose con el ya nombrado Wilkinson. El contar con todas estas estrellas del rugby moderno, unido a la varita mágica de un entrenador que conoce a todos a la perfección, como es Declan Kidney, antes técnico de las categorías inferiores, ha permitido a Irlanda revalidar el éxito logrado en el año 1948, y dar un golpe de autoridad para reafirmar su poderío en el mundo de este deporte. Al menos, en el hemisferio Norte.