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TERRORISMO

Sólo nueve personas se manifestaron en Azpeitia contra el atentado

Por Esteban del PozoTiempo de lectura2 min
España07-12-2008

La norma general después de un atentado o un nuevo asesinato de la banda terrorista ETA es que lleguen las declaraciones de políticos condenando el ataque y de familiares y vecinos comentando cuál era el ser de esa persona. Las afirmaciones de uno y otro suelen ir también acompañados de manifestaciones espontáneas y organizadas en la localidad dónde haya sucedido la agresión. Lo primero se cumplió rigurosamente pero lo último brilló por su ausencia.

Una de las fotos más comentadas es la partida de tute a la que se disponía a ir Ignacio Uría y que continuó a pesar del asesinato de este. La misma imagen produce al observar que a la manifestación convocada en Azpeitia ese mismo día únicamente asistieron nueve vecinos para mostrar su repulsa. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado habían decretado la alerta máxima. Las detenciones de Txeroki, jefe de la banda y coordinador de los comandos, y de su compañera Leire López, habían hecho crecer la idea entre la Policía Nacional y la Guardia Civil de que ETA podría volver a matar en respuesta a estos arrestos tan dañinos para la banda. Así lo hizo. Esta vez su objetivo fue un empresario vasco encargado de la construcción de una parte de la “Y” vasca. Dos balazos acabaron con su vida. Salvo el atentado de la T-4, los últimos asesinatos perpetrados por la organización se han producido a través del método del gatillo fácil. Hace años el modus operandi era el tiro en la nuca y lo realizaban tres personas, una esperando en un coche para huir y otras dos para asaltar a la víctima por la espalda y darla dos tiros en la nuca. Eran años en la que la mayoría de los crímenes lo realizaban terroristas veteranos y muy entrenados. Todo lo contrario que esta nueva agresión. Los asesinos arremetieron contra Ignacio Uría de frente y le endosaron dos tiros, uno en el pecho y otro en la cabeza, muy similar al atentado sufrido por Isaías Carrasco. Se trata de la forma más rápida y más sencilla que encuentra la organización para poner un muerto más encima de la mesa y así presionar y conseguir sus objetivos. Este caso también tiene de distinto con todos los anteriores que los asesinos que robaron un coche a punta de pistola para no dejar rastro de su identidad dejaron maniatado a su propietario en un bosque. También es de norma general que después de cualquier atentado el Ministro de Interior o el Presidente de Gobierno no sólo condenen el ataque si no que lo acompañen de una aclaración sobre los hechos y las pistas que están siguiendo. Todavía esto no se ha producido. Puede pasar por el secretismo que algunas investigaciones requieren o porque los encargados de apretar el gatillo no están fichados ya que la mayoría de la cúpula de ETA se encuentra en prisión.