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ESTADOS UNIDOS

La economía y la política exterior, principales retos del nuevo presidente

Fotografía
Por LaSemana.esTiempo de lectura4 min
Internacional02-11-2008

Todo apunta a que el nuevo presidente de Estados Unidos no tendrá un país fácil que gobernar. La mala imagen heredada de los ocho años de Gobierno de George W. Bush a nivel exterior y los efectos de la crisis financiera serán los puntos más calientes con los que el nuevo titular de la Casa Blanca tendrá que lidiar. Pero las relaciones con Latinoamérica, el problema de Oriente Próximo y la Sanidad también formarán parte de los principales retos del próximo líder de la primera potencia mundial.

El primer tema a lidiar será como no podía ser de otro modo, el futuro de la economía estadounidense en el marco de la crisis financiera mundial. La mala coyuntura a nivel internacional ha sido el punto más recurrente en la carrera por llegar a la Casa Blanca sustituyendo a la guerra contra el terrorismo y, obviamente, la gestión económica será mirada con lupa por los ciudadanos en estos próximos años. La crisis de las hipotecas basura no sólo ha traído consigo la quiebra de Lehmann Brothers, la nacionalización Fannie Mae y Freddie Mac y la creación del fondo federal de salvación para los grandes bancos. Además de los problemas empresariales, los excesos de codicia de las prestamistas y su posterior batacazo han dejado a miles de americanos con sus viviendas en jaque. Ante la amenaza de que las familias más afectadas por la crisis vean cómo los bancos se quedan con sus casas, la campaña electoral ha dejado diversas soluciones a fin de minimizar los efectos de la crisis hipotecaria en las familias. Una de esas recetas anticrisis, quizás la más directa, pasa por la creación de un fondo de rescate complementario al de los bancos que se destine a comprar hipotecas subprime y ofrecer facilidades de pago a las familias afectadas, una propuesta que expuso en su momento John McCain. Por su parte, Obama ha apostado por desahogar la mala situación económica de miles de familias de la clase media y baja con la promesa de crear nuevos puestos de trabajo y un recorte fiscal para aquellos que perciban salarios por debajo a los 200.000 euros anuales. Refundar la política exterior El segundo de los retos más importantes del nuevo titular de la Casa Blanca será el de dar un nuevo enfoque a la política exterior del país. A diferencia que en la última campaña presidencial en 2004, Iraq ya no es una guerra popular ni se considera el principal frente de la guerra contra el terrorismo. A colación de la crisis los norteamericanos han comenzado a preguntarse por la idoneidad de que miles de millones de su presupuesto anual se inviertan en las recontrucción de Iraq y la retirada es cada vez una opción más popular. A buen seguro las tropas estadounidense abandonarán el país árabe durante el mandato del próximo presidente, pero el quid de la cuestión estará en cuándo y cómo se efectuará esa retirada. Por otro lado está la cuestión de Afganistán, una operación siempre eclipsada en popularidad y esfuerzos por la de Iraq y que ahora todos los expertos aseguran que es necesario potenciar para ser capaces de crear un estado fuerte que acabe con las mafias, los talibán y los campos de entrenamiento de Al Qaeda. Sin embargo, pese a que los analistas han designado al sur del país como el nuevo punto clave en la lucha antiterrorista el próximo presidente no lo tendrá fácil a la hora de convencer a sus compatriotas para impulsar su presencia en suelo afgano. No sólo ya por el inmenso esfuerzo económico que supondría, sino por el hartazgo de los ciudadanos de ver morir a sus soldados en guerras lejanas. Además, cuestiones bélicas aparte, otro de los retos en política internacional para el nuevo presidente será el de mejorar su imagen entre los ciudadanos de medio mundo, especialmente Europa, Latinoamérica y el mundo árabe, con un mensaje de ruptura con la anterior etapa de crispación de George W. Bush. Una tarea que tampoco se prevé fácil y que se basará en actuaciones simbólicas cómo la mediación en el conflicto de Oriente Próximo, la mejora de las relaciones bilaterales y con el Viejo Continente o la recuperación de relaciones con los países de izquierda del Cono Sur. Pero además de los temas que más han salido a la palestra en campaña, a partir del próximo 20 de enero el nuevo presidente de Estados Unidos tendrá que seguir lidiando con viejos problemas. Entre ellas la dependencia energética exterior, con la instalación de nuevos pozos petrolíferos en Alaska y la reducción de las importaciones desde Venezuela como principales soluciones; o la sanidad, un problema agravado con la crisis cuya solución pasa por dotar de cobertura médica a los más de 46 millones de americanos que viven sin seguro médico.