Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

RUSIA

Rusia reconoce la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura2 min
Internacional31-08-2008

Apenas 48 horas hicieron falta para que el presidente de la Federación Rusa, Dmitri Medvedev, aceptara la resolución del Senado que le instaba a reconocer la independencia de las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjasia. Desoyendo las advertencias internacionales, sobre todo provenientes de Estados Unidos, Moscú decidió dar un paso que era ya más que esperado por muchos con el precedente de lo realizado por Occidente con Kosovo apenas hace unos meses, como garante de legitimidad.

En la comparencencia en la que hizo público el apoyo ruso a las ambiciones secesionistas de surosetios y abjasios, Medvedev anunció que había ordenado a su ministro de Exteriores comenzar los trámites necesarios para el establecimiento de relaciones diplomáticas con ambos territorios. Asimismo, el Kremlin garantizó asistencia militar a sus aliados del sur en el caso de que Georgia hiciera peligrar su soberanía. Ante el aluvión de críticas occidentales, Medvedev afirmó que "no fue una decisión fácil de tomar", pero que "Rusia no debe temer a nada, ni siquiera a una nueva Guerra Fría". Para dar este paso adelante, Rusia se ha escudado, aún sin referencias directas, en el pasado de Kosovo como garante de la legitimidad de sus decisiones. Y lo cierto es que los paralelismos existen, aunque con bastantes peros. El primero es que tanto Osetia del Sur como Abjasia han disfrutado durante más de una década de un estatus de semi-independencia tras sendos conflictos armados con Georgia a principios de los noventa. Y es que tras la desaparición de la Unión Soviética, ambas provincias declararon mediante referendo entrar a formar parte de la Federación Rusa, con la que mantienen estrechos vínculos culturales y lingüísticos. Ante tal situación Georgia, atacó ambas regiones en una breve guerra que fue resuelta con un armisticio que otorgaba una independencia casi plena a ambos territorios, pese a que formalmente seguían formando, al igual que en su pasado soviético, a Georgia. En las últimas semanas Moscú ha intentado vincular aún más el caso kosovar al del Cáucaso asegurando que en esas guerras Georgia incurrió en un delito de genocidio, el cual pretendía reeditar el pasado 8 de agosto cuando los tanques de Tiflis penetraron en ambas provincias para retomar su control. Para hacerse a la idea, el paralelismo que Rusia pretende hacer ver a los occidentales es que su Ejército acudió en ayuda de los surosetios y los abjasios porque el ataque georgiano fue para Moscú lo que un ataque de Serbia para reconquistar Kosovo hubiera sido para Europa. Rusia además puede basar su decisión en que un elevadísimo porcentaje de los habitantes de las regiones separatistas tienen pasaporte ruso, una medida llevada a cabo en los últimos años para estrechar lazos con ambos territorios. Y es que parece que Moscú llevaba esperando este movimiento, que le puede otorgar un mayor control sobre los recursos energéticos del Mar Negro y el Cáucaso por mucho tiempo.