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FÚTBOL

Laporta, del cielo de París al abandono de su junta

Por Álvaro HeraltaTiempo de lectura6 min
Deportes12-07-2008

El 17 de mayo de 2006 Carles Puyol alzó en París la segunda Copa de Europa en la historia del Barcelona. Este título suponía la culminación del círculo virtuoso que había diseñado el presidente del club, Joan Laporta, junto a su junta directiva, tras ganar las elecciones de 2003. Un plan ideado para devolver a la élite a una entidad que se encontraba al borde de la bancarrota. Sin embargo, el que parecía punto de inflexión de una brillante gestión institucional y deportiva supuso el inicio del fin de una junta que, tras dos años de fracasos deportivos, ha decidido abandonar a un Laporta que se resiste a dejar su puesto.

La llegada de Laporta En 2003, el Barça era un caos: el club llevaba cuatro años sin conquistar un título, se hallaba muy endeudado y por primera vez en su más de cien años de historia, corría el riesgo de quedarse fuera de las competiciones europeas. El entonces presidente de la entidad, Joan Gaspart, dimitió y su puesto fue ocupado por Enric Reyna, que convocó elecciones. A ellas, bajo el lema Primero, el Barça, se presentó un grupo de jóvenes encabezado por Joan Laporta, que basaba su proyecto en la creación de un círculo virtuoso que devolvería al conjunto catalán a la primera línea mundial. Sin embargo, en los primeros sondeos, el favorito para acceder a la presidencia era el publicista Lluis Bassat, que ya había perdido contra Gaspart las elecciones de 2000. Laporta decidió dar un golpe de efecto y, poco antes del día de las votaciones, comunicó que había llegado a un acuerdo con el Manchester United para el traspaso de David Beckham. Este anuncio caló en la masa social azulgrana y posibilitó que la candidatura de Laporta ganara finalmente los comicios. Primer año Los inicios no fueron fáciles, pues la nueva junta directiva se encontró con que el club acumulaba una deuda de 150 millones de euros, que debido a los errores de política económica anteriores se incrementaba cada temporada. La situación era tan calamitosa, que la campaña 2002/2003 se cerró con unas cuentas de 120 millones de euros en ingresos y unos gastos de 196. Además, Beckham, la gran promesa electoral de la candidatura, acabó fichando por el Real Madrid. Los nuevos dirigentes reaccionaron y contrataron a Ronaldinho de Assis para que devolviera la ilusión a la afición. En la contratación del brasileño fue clave Sandro Rosell, vicepresidente deportivo, que conocía al jugador por haber trabajado con la firma estadounidense Nike y lo convenció para desestimar las ofertas del Real Madrid y Manchester United. Para el banquillo, después de haber fracasado en los intentos de contratar a Guus Hiddink y Ronald Koeman, se eligió a Frank Rijkaard, que apenas contaba con experiencia, pero que llegaba avalado por Johan Cruyff, asesor y amigo personal de Laporta. Los primeros partidos del tulipán al frente de los culés no fueron muy buenos y se planteó su destitución, pero Laporta confió en él y el equipo recompensó ese apoyo con el subcampeonato en la Liga. Así el club jugaría la Liga de Campeones, primordial para sanear la economía por la mejora en los contratos televisivos y de patrocinio . Además, el club acabó la campaña con déficit cero, debido a varios acuerdos de refinanciación con bancos. El único punto negro fueron las amenazas de muerte que recibió Laporta por su tolerancia cero con los violentos, que le llevó a tener enfrentamientos y a recibir amenazas por parte de los Boixos Nois. Primer título, primera crisis Durante la planificación de la temporada 2004/2005, empezaron a surgir los primeros problemas en la Junta y ésta se fracturó en dos: los que apoyaban a Laporta y los que lo hacían a Rosell, que pensaba que la directiva se empezaba a desviar de los principios de enunciados durante la campaña electoral. Con todo, al equipo llegaron esa campaña jugadores como Samuel Eto’o, Anderson Luiz de Souza Deco y Ludovic Giuly, que hicieron que el Barcelona rompiera la sequía de títulos que databa de 1999 y se alzara con la Liga. Sin embargo, poco después de conquistar el campeonato, Rosell anunció su dimisión. "Hace meses que vivo una situación muy incómoda, derivada de un hecho que me entristece. El proyecto que aquel grupo de jóvenes ilusionados explicaron durante la campaña electoral se ha ido desvirtuando a lo largo de la gestión de estos dos años", explicó el entonces vicepresidente deportivo. Su marcha abrió el primer cisma, pues con él también abandonaron sus puestos Josep María Bartomeu -responsable de la sección de baloncesto-, Jordi Moix, Jordi Mones y Javier Faus. Además, en septiembre de 2005 Alejandro Echevarría, cuñado de Laporta, se vio obligado a dejar la entidad, pese a la buena relación que mantenía con el vestuario, por la polémica que surgió por su pertenencia a la Fundación Francisco Franco. De París al caos En 2006. el Barça superó la crisis institucional generada por la dimisión de Rosell y completó una de las mejores temporadas de su historia al ganar la Liga y la Copa de Europa. Estos triunfos suponían la culminación del círculo virtuoso ideado por Laporta y su Junta en 2003. La calidad y edad de la plantilla, además, hacía presagiar que si se mantenía el bloque estos éxitos se podrían repetir en los años sucesivos. Por ello, Laporta ganó sin muchas dificultades su reelección a la presidencia. Sin embargo, las dos siguientes temporadas la entidad no consiguió añadir ningún título más a sus vitrinas. De hecho, la campaña 2007/2008 fue la primera en mucho tiempo en la que ninguna de las tres grandes secciones culés –fútbol, baloncesto y balonmano- obtuvo un título, y ello desembocó en que los socios exigieran la dimisión de los directivos. Los aficionados se mostraron molestos con la actitud del presidente en diversos momentos, como su enfrentamiento con varios simpatizantes en Manchester, la politización del club -que llevó a imponer cláusulas en el contrato de los jugadores que exigían, por ejemplo, aprender catalán y retirar a algunos equipos inferiores cuando se escuchaba el himno español-. Además, muchos consideraban que su gestión únicamente se basaba en el fútbol y discriminaba a las demás secciones. Moción de censura El socio Oriol Giralt decidió promover una cesión de censura, y sorprendentemente consiguió pronto las firmas necesarias para llevarla a cabo. Laporta intentó convencer a los socios de no votar a favor con fichajes como los de Daniel Alves en fútbol y Juan Carlos Navarro en baloncesto. Además, trató de vender la idea de que si la moción prosperaba el club estaría muy desorganizado, pues la gestión quedaría paralizada por la deslegitimación de la junta y el vacío de poder hasta convocar elecciones y renovar los cargos. Finalmente la moción no prosperó, ya que no alcanzó, conforme a los estatutos del club, dos tercios de los votos para salir adelante, pero sí logró un apoyo del 60 por ciento. Esta cifra hizo que varios directivos solicitaran a Laporta su dimisión para dar estabilidad al club. Por ello, ante su negativa, Albert Vicens comunicó que él y otros siete directivos renunciaban a sus cargos. Entre ellos estaban Marc Ingla y Ferrán Soriano, que junto con Rosell, fueron la base del proyecto de Laporta en las elecciones de 2003. Situación actual de Laporta Así pues, de la junta que ganó las elecciones de 2003 quedan únicamente cuatro miembros: Laporta, Joan Cubells, Alfons Godall, Jaume Ferrer –considerado como el delfín de la actual directiva- y Alfonso Castro. Laporta ha decido que lo mejor para que la entidad no se convierta en un caos es mantenerse en el cargo al menos hasta la Asamblea de Socios Compromisarios, en la que pondrá a disposición de ellos su cargo. La Asamblea se celebrará a finales de agosto o septiembre y a ella tienen derecho a acudir 4.190 socios.