NACIONES UNIDAS
Un escándalo de corrupción y tráfico de armas salpica a los cascos azules
Por Miguel Martorell3 min
Internacional04-05-2008
La labor de los cascos azules de la ONU en República Democrática del Congo está de nuevo en entredicho. Salpicados por un escabroso caso de abusos sexuales en 2005, las acusaciones recaen ahora sobre las tropas paquistaníes de la misión de Naciones Unidas en este país africano (MONUC). Según parece, los cascos azules habrían intercambiado armas a cambio de oro extraído de forma ilegal con las guerrillas nacionalistas del norte del país.
Las primeras noticias sobre este asunto llegaron hace más de año y medio, la ONG Human Rights Watch (HRW) se puso en contacto con la MONUC para informarle de los hechos. Sin embargo, 18 meses después, ha tenido que ser una investigación sobre el terreno de la cadena británica BBC la que confirme que las acusaciones son más que ciertas. La historia se remonta a diciembre de 2005, en Mongbwalu, una ciudad rica en oro situada en la provincia de Ituri, al noreste de la R. D. del Congo. Ituri es una región sacudida por un conflicto territorial entre los lendu y los hema desde poco después del fin de la colonización belga del país (1960) que ha provocado más de 50.000 muertes. Mongbwalu ha cambiado de manos en varias ocasiones, toda vez que el Frente Nacionalista e Integracionista (FNI) y la Fuerza para la Defensa del Pueblo de Uganda (FDPU) luchan por controlar sus recursos. Según las investigaciones de HRW, los cascos azules paquistaníes habrían intercambiado armas a cambio de oro con el FNI y habrían facilitado que comerciantes de oro de Kenia, que volaron ilegalmente al país a bordo de aviones de la ONU, operaran en las minas. La gravedad del asunto reside tanto en el enriquecimiento personal de altos cargos militares paquistaníes como en el hecho de que la MONUC está en la R.D. del Congo para desarmar a las guerrillas y estabilizar el país. El FNI entrega sus armas, pero poco después las recupera a cambio de una cantidad de oro que alcanza un precio de 1,5 millones de dólares en el mercado. Cuando la ONU fue puesta al corriente, inició una investigación entre las tropas paquistaníes que forman parte de la MONUC. Como respuesta, los cascos azules de Pakistán retiraron sus efectivos de Mongbwalu y dejaron la ciudad a merced de las guerrillas, además de detener a los policías militares que acompañaban a los investigadores. Los investigadores de la ONU descubrieron que los oficiales paquistaníes eran responsables de ese intercambio ilegal de oro por armas, pero dijeron no poder demostrarlo con pruebas tangibles como para llevar a cabo algún tipo de medida disciplinaria. Las pruebas tangibles que no obtuvieron los investigadores de la ONU las ha obtenido la BBC. La cadena británica se entrevistó con guerrilleros del FNI, del FDPU, militares congoleños, con mineros de la ciudad e incluso con dos de los antiguos cabecillas del FNI presos en Kinshasa. Todos estos testimonios confirmaron las informaciones pero jamás fueron interrogados al respecto por los investigadores de Naciones Unidas. ¿Por qué la ONU realizó un informe benevolente en el que decía no poder demostrar esos casos de corrupción? Según fuentes consultadas por la BBC, por intereses políticos. Los casi 17.000 cascos azules destacados en el país son imprescindibles para evitar que se desate de nuevo una guerra civil y Pakistán es uno de sus principales contribuyentes, con 4.000 hombres en la R. D. del Congo. Poner en tela de juicio la labor de los cascos azules paquistaníes supondría culpar a Pakistán de estos casos de corrupción, lo que provocaría, como ya se demostró en Mongbwalu, que este país retirara sus tropas como medida de represión. Además, debido a que las tropas se renuevan cada seis meses, ninguno de los oficiales implicados en este caso permanece actualmente en el país. En cualquier caso, este asunto cuestiona más la labor de los oficiales y soldados paquistaníes de la MONUC que del propio Gobierno de Pakistán, aunque sin duda su no reconocimiento de los hechos y la falta de medidas disciplinarias contribuyen a que no se depuren responsabilidades entre los altos cargos del Ejército que promueven el intercambio ilegal. Y lo que es más grave, este caso pone en duda la propia capacidad de la ONU para velar por el buen cumplimiento de las misiones que despliega en medio mundo, así como su capacidad para realizar investigaciones internas cuando la filosofía debe ser “la verdad ante todo, caiga quien caiga”. Mientras Naciones Unidas no ponga freno a esta situación, el FNI seguirá campando a sus anchas en el noreste de la R. D. del Congo y la guerra en la provincia de Ituri seguirá cobrándose vidas humanas.