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INTERNACIONAL

El BCE y la OMC dan la voz de alarma

Por María García CiracTiempo de lectura2 min
Economía20-04-2008

El futuro del panorama económico europeo no pinta nada bien, al menos de momento. Según el Banco Central Europeo (BCE) los problemas en los mercados financieros de la eurozona podrían durar más de lo previsto debido a la alta tasa de inflación.

La raíz de este problema comunitario hay que buscarla tanto en la subida a máximos del barril de petróleo como en el incremento del precio de los alimentos básicos, y todo ello unido a la fortaleza del euro, que sigue marcando nuevos récords. Por ello, y como posible solución, el Consejo de Gobierno del BCE se ha marcado como meta lograr una estabilidad de los precios a medio plazo. Entre otras cosas, ha sido precisamente esta escalada inflacionista la que ha favorecido la subida del Euribor, que en España se ha acercado al cinco por ciento. Este hecho podría provocar una peligrosa subida en el precio de las hipotecas. El adjetivo peligroso se podría quedar corto porque los índices de morosidad que se registran hoy en día y el citado aumento del Euribor podrían provocar que las condiciones para obtener un préstamo se endurezcan demasiado. Es decir, no habrá dinero ni para pagar una vivienda digna por mucho que este derecho aparezca reflejado en la Constitución. El petróleo, por su parte, no iba a ser menos y continúa batiendo récords históricos. Así es como el barril de Brent -de referencia en Europa- ha superado por primera vez los 113 dólares. El ascenso ha sido resultado de la disminución del número de barriles, que han supuesto una caída del 0,7 por ciento de la producción. Con todo esto, el escepticismo de Pascal Lamy, director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), no es de extrañar: “Vivimos tiempos inciertos y difíciles para la economía mundial”, afirmó en un momento, el actual, en el que se prevé una desaceleración del 4,5 por ciento en el crecimiento del comercio a escala mundial. Este estancamiento en las economías de los países más desarrollados se ve compensado, sin embargo, por el ágil crecimiento de las economías emergentes, que se van soltando, cada vez más, de la mano de las primeras.