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LÍBANO

El ‘caso Rafic Hariri’, un asesinato con demasiados supuestos

Por J. F. Lamata Molina Tiempo de lectura2 min
Internacional13-04-2008

El ex primer ministro de Líbano Rafic Hariri fue asesinado junto con otras 20 personas el 14 de febrero de 2005 por la explosión de una potente bomba. El atentado fue presuntamente cometido por el Gobierno sirio.

Hariri era el principal referente de la lucha contra las tropas sirias apostadas en el país desde el conflicto de los años ochenta. Para tranquilizar la tensión internacional, Siria aceptó ir retirando sus tropas bajo presiones de EE.UU. e Israel que exigían al Gobierno de Damasco que respetaran la integridad de Líbano. Se da la original circunstancia de que poco después tropas de Israel, con el visto bueno de EE.UU., invadieron y bombardearon zonas libanesas en su guerra contra Hezbolá, con lo que su respeto por la integridad de Líbano quedó en puro oportunismo. El país ha sido ocupado durante años según qué zona por ejércitos extranjeros, en especial Siria e Israel, para proteger sus respectivos intereses por lo general enfrentados. La Fiscalía de la ONU aseguró en octubre de 2005 que el atentado había sido ordenado desde círculos sirios, pero no dijo el nombre de ningún autor, aunque sirvió para acentuar la campaña antisiria en Líbano. La ONU había interrogado con especial interés a Ghazi Kanaan, ex jefe del servicio de inteligencia sirio en Líbano y ex ministro de Interior. Kanaan aparecía como supuesto cerebro del atentado. Su proceso no pudo ni plantearse ya que una semana antes de que se presentaran las conclusiones, Kanaan fallecía en el despacho de su Ministerio, supuestamente se había suicidado. Mucho más complejo es el caso de Zuheir Mohamed Asediq, ex soldado sirio que aseguró haber escuchado en alguna reunión cosas sobre el posible asesinato de Hariri. Al personaje no parece que se le diera demasiada credibilidad y tras soltarlo dirigió un auténtico periplo en el que pasó por Marbella hasta ser detenido en Francia. El periodista de investigación español Antonio Rubio sacaba a la luz informes policiales sobre el supuesto testigo: "Lamentablemente para la CIA, el testigo resultó ser un estafador, expulsado del ejército, que hablaba de oídas y que, después de estar en España, se marchó a Francia. Allí lo acusaron de estafa y fue encarcelado". Líbano solicitó extraditar al reo pero Francia se negó asegurando que no tenía garantías de que su vida fuera a ser respetada. La última novedad, de la pasada semana, es que Zuheir Mohamed Asediq ha desaparecido, presuntamente asesinado. Un periódico kuwaití asegura tener unas supuestas declaraciones suyas en las que desmiente que ha sido asesinado. Su familia acusa a Francia de haber permitido su "desaparición" y que pretendían utilizarla como un golpe táctico para arremeter aún más contra Siria y contra los dos personajes: el actual presidente Bashar Assad, dictador hereditario, y el cristiano Emile Lahud, considerado agente del anterior y supuesto responsable auténtico del crimen junto con Assad. En total, son demasiados supuestos y pocas pruebas que permitan conclusiones claras, si no inevitables de los magnicidios en los que el brazo ejecutor es un terrorista suicida, como fue el caso de Rajiv Ghandi, Rafic Hariri o Benazir Bhutto.